Hace cuarenta años, toda una vida. Los principales líderes políticos españoles eran unos niños de corta edad, e incluso algunos no habían nacido. En estos cuarenta años hemos aprendido mucho sobre la vida en general y sobre la política en particular.

Cada uno tienen sus vivencias individuales, pero no voy a hablar de esas que quedan en la intimidad de cada persona. Sí me gustaría hablar de la importancia de comprender la experiencia histórica y de reivindicar a aquellos que fueron fundamentales para que la democracia española no colapsara una vez más como consecuencia de otra intervención militar.

Para la transición a la democracia fue decisiva la figura de un político, capaz de liderar una auténtica revolución contra el régimen franquista cuando tenía 44 años. Las revoluciones no siempre son violentas, más aún, aquellas que perduran en el tiempo suelen ser pacíficas. Adolfo Suárez, un hombre educado en el franquismo, con el que colaboró desde cargos institucionales, fue el principal impulsor y coordinador de la revolución pacífica que transformó una dictadura en una democracia.

En la cuarentena de años, como la edad de nuestros actuales líderes políticos, el presidente Suárez supo transformar la política española con diálogo, habilidad y, a veces, con astucia (que también supo utilizar) y otras con inocencia (que también la tuvo). Suárez se encontró con las condiciones sociales ideales para encabezar un cambio radical de sistema político, la mayor parte de la sociedad española se había distanciado de la dictadura, pero quedaban obstáculos dentro de la burocracia organizativa y represiva del régimen franquista.

Adolfo Suárez supo aprovechar las condiciones sociales que se daban para cambiar el modelo político. Para ello convenció a algunos reaccionarios y apartó de la vida política a otros con el fin de elaborar la Constitución de 1978, la que quería eliminar los golpistas mencionados.

Los mandos militares, procedentes de los vencedores de la contienda civil española y sus más fieles seguidores, eran uno de los grandes obstáculos para la implantación de un régimen democrático a la muerte de Franco. Suárez, no sin grandes disgustos y mucho riesgo, consiguió que la reforma democrática fuera adelante, a pesar de la oposición ultraconservadora.

No obstante, el 23 de febrero de 1981, los residuos más ultraconservadores de miembros de las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil intentaron un golpe de Estado contra la legalidad constitucional española el 23 de febrero de 1981.

“Quietos todo el mundo” gritó el entonces teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero, exhibiendo su arma reglamentaria, desde la tribuna de oradores, lo que fue seguido por los disparos al aire de uno de sus subordinados.  

La televisión captó toda la escena, toda España y el mundo entero pudieron comprobar la obscenidad de unos hombres armados que querían violar la democracia que entre todos nos habíamos dado.

Si he citado al principio a nuestros líderes políticos actuales, es para instarles a que, en esa excelente edad que tienen (la cuarentena de edad combina juventud con experiencia), recuerden que en nuestra historia ha habido un “Suárez” que supo evolucionar, dialogar y pactar para que ahora vivamos una democracia que, aunque mejorable como todo en la vida, es una de las más avanzadas en el mundo.

Hace unos pocos días, en Estados Unidos, ocurrió lo que era impensable en una de las mayores democracias del mundo. Algunos partidarios de Trump asaltaron el templo de la democracia, el Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica, en una acción propia de golpistas. No pensemos que las democracias están libres de ese tipo de agresiones. La polarización producida por un presidente desquiciado condujo a una situación violenta que pudiera haber causado un verdadero trauma democrático (eso si no lo ha producido ya). Una lección a aprender en todas las democracias.

Los líderes que polarizan y desestabilizan, producen el caldo de cultivo para la aparición de “salvadores de la Patria” o grupos violentos antisistema. Por es eso, siempre es necesario que se tengan presente que la democracia se defiende con respeto, con diálogo, con acuerdos y, sobre todo, pensando en la parte más importante de esa patria: las personas, su bienestar, su libertad, su dignidad.

Javier Jiménez Olmos

23 de febrero de 2021

Nota.- Como militar en activo que era entonces (capitán del Ejercito del Aire) viví intensamente lo ocurrido aquella tarde del 23 de febrero de 1981, así como los últimos años del franquismo y la Transición. La fotografía que aparece como destacada es la portada de uno de los mejores libros que he leído sobre los militares desde los años finales del franquismo, hasta el fallido golpe de Estado y el triunfo del PSOE en las elecciones 1982. En él se relata el papel de los militares durante el periodo señalado y cómo se gestó y desarrolló la intentona golpista. El libro está escrito por mi compañero y amigo, Javier Fernández López, militar del Ejercito de Tierra actualmente retirado.

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