
Sin ánimo de ofender. Reflexión final de año 2021, a modo de interrogantes.
La duda nos hace progresar, ¿o no? Y me hago preguntas con relación al pasado más reciente, el derivado de la pandemia. ¿El sistema socio-económico-político basado en el capitalismo, o en su paroxismo neoliberal, es capaz de resolver una crisis sanitaria primando la libertad individual y el beneficio económico sobre la salud colectiva y el bien común?
Y me hago preguntas también sobre el futuro próximo. ¿Cómo saldremos de esta pandemia? ¿Habrá más desempleo, desigualdad, pobreza y como consecuencia de todo ello mayor número de conflictos? ¿Quién sacará rédito de toda esta confusión y descontento social? ¿Serán las democracias más fuertes o los movimientos reaccionarios se irá abriendo paso entre el desconcierto para proclamarse “salvadores” de la catástrofe?
¿Cuál será el papel de los medios de comunicación social tanto los tradicionales como los más modernos? ¿Se pondrán al servicio de una información argumentada, documentada y respetuosa o servirán a los intereses económicos derivados del espectáculo y la polarización? ¿Cómo se podrán evitar las informaciones falsas, la difamación o el insulto?
¿Qué primará más a la hora de elegir líderes, su pensamiento político, su trayectoria personal y profesional, su programa de trabajo o su campaña de publicidad? ¿Qué se valorará más a la hora de votarlos, la racionalidad de sus propuestas y gestión o la emocionalidad de sus discursos? ¿Cómo se votará con la cabeza o con las tripas?
¿Qué discursos serán los más aceptados por la ciudadanía los integradores y multiculturales o los nacionalistas excluyentes? ¿A quiénes elegiremos para gobernarnos en los países democráticos, a los que abusan de los discursos agresivos o a los que practican el diálogo? ¿Valoraremos la intransigencia y el dogmatismo o consideraremos débiles a los que tratan de llegar a acuerdos, a entablar negociaciones y a pactar?
¿Cómo se afrontará el mayor desafío global del cambio climático? ¿Primarán las advertencias de la ciencia sobre los intereses económicos? ¿Se abordarán cambios en los modelos de producción y movilidad? ¿Qué consecuencias tendrán en el mercado laboral y en la sociedad en general? ¿Se está planificando al respecto o solo se piensa en el corto plazo? ¿Son los dirigentes conscientes, lo somos los ciudadanos en general, que el cambio climático puede acarrear graves conflictos si no se actúa rápida y contundentemente para atajarlo?
¿En las relaciones internacionales, serán las grandes potencias capaces de resolver sus diferencias sin amenazas guerreras, o continuarán la carrera de armamentos, incluidas las armas nucleares? ¿Tendrán esas grandes potencias la suficiente habilidad diplomática para negociar sin imposiciones? ¿Acabarán con las sanciones que solo perjudican a los pueblos y no a sus dirigentes?
Muchos interrogantes, muchas dudas, mucha desconfianza también. Pero me atrevo a dudar con la esperanza de que mis preguntas se resuelvan del modo más positivo. Me atrevo a dudar con la ilusión de que el mundo vaya a mejor, de que cada vez impere más la solidaridad, el diálogo, la seguridad humana y la cultura de paz.
Javier Jiménez Olmos
26 de diciembre de 2021
1ºLa duda? ¡¡¡CLARO!!! “solo sé que NO sé nada” todo dogmatismo “embrutece!!! 2ºFuturo….hacerse preguntas es decir-reflexionar-dialogar…….Es lo indispensable!!! 3ºLos medios-los hay Independientes-objetivos- los hay dependientes del dinero del capital son esclavos….esclavos de “su dinero”, esclavos de quienes dominan mediante la humillación de depender para poder comer. 4º Votos—elecciones—¿Quienes son independientes a la hora de votar? Depende de la información . Hay información “que deslumbra” a quienes no tienen la posibilidad de “ver” más que lo que les imponen los dictadores capaces de esclavizar. ¿Quién puede permitirse ser libre-independiente? Para ser libre –independiente hay que tener medios que permitan comer y alojarse. 5ºDiscursos—valores——¿Quién los oye? Con qué capacidad de crítica? 6º La ciencia…Recordamos la “sumisión de nuestros científicos en EEUU, del 1er cuarto del s.XX ………………bombas nucleares………
==>==>¡¡¡En realidad más que preguntas nos adviertes de las dictaduras que nos dominan YA.
Bajo mi humilde opinión «y sí soy libre para hacerla», coincido plenamente con la exposición Javier, lo que nunca he entendido es que, desde hace muchos tiempos, «prime» el dinero sobre el ser humano. Y lo que continúo sin entender es que insignificantes cargos del mundo empresarial y sindical, pudiesen conformarse con una «reforma laboral» que ahora se ha modificado «o eso parece», en perjuicio claro, de la clase trabajadora y verdadera sustentadora de la economía de un país. Y lo que es más extraño, aún ahora, que partidos «liberales y de derecha pura», puedan conseguir semejante cantidad de votos. Los medios de comunicación, son portadores del «engaño masivo», de la «mentira más dirigida» y por supuesto de la direccionalidad más mezquina sobre unos intereses que por supuesto llevan a nuestra sociedad a una meta totalmente contraria a el bienestar de la mayoría, en beneficio de ésa mayoría totalmente perjudicial. Con todo esto, considero que todos los temas importantes ahora, deberíamos tomárnoslos con mucha responsabilidad y agallas, para intentar subsanar ésta deriva, que para mí es totalmente manifiesta y con auténticos rescoldos del régimen anterior.
Hay palabras que no describen la realidad. Es el caso de la palabra «Democracia» con seiscientas acepciones diferentes. Los semiólogos conocen estas palabras como «Significantes Vacíos» porque cada uno las entiende como quiere y están plenamente desvinculadas de la realidad que pretenden describir.
La Izquierda posterior a Antonio Gramsci y los discípulos actuales de Laclau y Mouffe ha focalizado una parte de su Guerra Cultural en alterar el significado de muchas palabras o en pretender describir la realidad con términos que, en puridad académica, no lo hacen.
Es el caso de la palabra «capitalismo» que es un instrumento de creación y de producción que funciona igual en China, Rusia o New York al tiempo que su significado marxista es simplemente que no se acepta que los instrumentos de producción estén en manos privadas. Donde deben de estar, dicen, es en el Estado y éste en manos del Partido que representa al «proletariado».
Y ello a pesar de que llevamos casi cien años viendo que no hay mejor mecanismo para crear miseria que poner el capital de las personas en manos de un partido y que éste decida por todos. Como si la inteligencia y buena voluntad de unos pocos pudiera superar a las mentes libres de decenas de millones de personas. Este es el nivel de la pretensión.
Algo parecido sucede con la palabra Neo-Liberalismo. Una palabra esencialmente inexistente en la realidad económica de la Unión Europea. Por varias razones evidentes para cualquier estudioso de la cuestión.
La fundamental es que las decisiones económicas relevantes –qué producir y dónde, por ejemplo– ya no se toman por personas libres sino que se someten a millones de normas, creencias, intereses, vetos y autorizaciones previas de las Burocracias Europeas o de sus delegados estatales o regionales.
Y ello bajo una Fiscalidad Total (por todos los conceptos fiscales) que hace que cualquier producto o servicio tenga un Coste Fiscal no inferior al 65% del precio de venta. Es decir, de lejos, mucho más que China, Rusia, los EEUU o Japón. Podemos creer que estamos comprando un coche pero el 65% de lo que pagamos, son impuestos y tasas muchos de ellos escondidos como sucede con la energía. De ahí para arriba.
Es la consecuencia de que la UE se creó, tras el Plan Marshall, como muro de contención Social Demócrata ante la Unión Soviética. La URSS murió. Nosotros seguimos como si nada a base de emitir deuda.
Hoy, sesenta o setenta años más tarde de su nacimiento , en la UE nos enfrentamos al declive económico (parcialmente oculto en sus apariencias por la deuda más espantosa de la historia) desde hace décadas y no podemos, en puridad científica y académica, atribuir estos resultados a lo Inexistente. Si lo hacemos será por cuestiones de otra naturaleza.
Sin embargo es cierto que tenemos un problemón. Yo lo definiría por sus efectos: Se está destrozando y empobreciendo a una clase media trabajadora enorme. La mayor de la historia humana.
Pero lo que no podemos hacer es describir el problema erróneamente sacando balones fuera y achacándoselos a quien ni siquiera estuvo presente en su génesis o en su ejecución.
Cuando no formulamos correctamente un problema lo que no debemos esperar es que el problema no se agrave y esto le está sucediendo a una UE que, por ejemplo, primero sube a escondidas el Impuesto del CO2 –desde 4.5 euros tonelada– a 65€tm este pasado Noviembre y luego se sorprende de que ya no podamos fabricar Aluminio o Acero. Aquí un ejemplo bien conocido: https://elpais.com/economia/2021-12-29/alcoa-para-las-cubas-y-espana-dejara-de-producir-aluminio-primario-durante-los-proximos-dos-anos.html
O de que los precios industriales suban un 33% en Noviembre y los costes de energía fabril y de cogeneración industrial en un 88% y que no suba todo brutalmente como ya está pasando con los costes de Construcción de Viviendas. Luego diremos que suben los pisos y los alquileres porque hay explotación. Pues no es así: son los actos de Gobierno los que producen de modo cartesiano estos resultados.
Tememos muy graves problemas y no podemos obviar que son fruto de un Régimen Social-Demócrata de Izquierdas y de Derechas porque ambas hacen lo mismo (ahí tenemos la reforma laboral final que preserva el 90% de la de Rajoy).
Solo identificando la causa verdadera podremos encontrar soluciones. Algo que se sabe desde Aristóteles. Por cierto, el mismo Aristóteles cuya enseñanza desaparece en la UE.
Saludos cordiales y feliz año.