Pensar que un país es democrático porque se celebra elecciones o haya libertad de prensa, -seguramente de los pocos medios en poder de unas élites dominantes-, para mí no tiene sentido. Medios occidentales y analistas no dejan de insistir en que Níger era una democracia hasta el reciente golpe militar

Cómo se puede pensar que unas elecciones son libres cuando más de la mitad de la población es analfabeta, cuando el país se encuentra sumido en la más absoluta miseria, cuando no existe desarrollo humano, cuando los recursos más importantes del país son expoliados por potencias ajenas y multinacionales sin patria.

Para que exista democracia tiene que existir un mínimo de bienestar social de igualdad y de acceso a la sanidad, la educación o simplemente la alimentación. ¿Se puede ser libre cuando el único pensamiento de un ser humano es no su seguridad sino su subsistencia? La libertad y la democracia se prostituyen, son palabras vacías cuando los seres humanos no tienen satisfechas sus necesidades básicas. 

Nuestro concepto de libertad y democracia solo es comprensible para sociedades avanzadas como la nuestra.

Níger y otros países de la región se ven envueltos en círculo de intereses propiciados por la gran riqueza de recursos naturales. No nos sorprendamos si hay golpes de Estado o revoluciones o yihadismo, o que entren los rusos o los chinos. Cuando la gente está descontenta, cuando el hambre acecha, cuando las enfermedades matan, cuando la guerra destruye, las gentes recurren a los imposibles si es necesario.

La hipocresía de las democracias occidentales llega hasta tal punto de ignorar esos factores humanos que condicionan la vida de tanta gente en el mundo. La hipocresía occidental, su cinismo, la lleva a condenar golpes de estado como el de Níger, mientras es condescendiente (¿colaborador?) con otras autocracias y dictaduras cuando sus intereses la demandan.

Las potencias occidentales, como ha sido habitual lo largo de la historia, cuando ven en peligro intereses o buscan recursos naturales recurren a la militarización de la región correspondiente. La excusa civilizatoria impone el uso de la fuerza de las armas. El recurso a la guerra permanece en el ideario imperialista, no hay otra solución que la de las armas. Así nos lo han hecho creer y así nos lo hemos creído.

Ingentes sumas de dinero para gastos militares que protejan los intereses de unos pocos, gastos que de ser empleados en ayuda al desarrollo en esos países tan pobres podrían ayudar a paliar su miseria y por ende el descontento social, además de frenar a los disfrazados de “salvapatrias” tan abundantes en esos lugares tan desgraciados.

Javier Jiménez Olmos

14 de agosto de 2023

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