Escribo estos versos mientras escucho el poema de Neruda Me gustas cuando callas, cantado por Victor Jara. Ambos fueron víctimas de la represión de la dictadura de Pinochet en Chile (1973-1990). El cantante asesinado, el poeta exiliado.
A los dictadores no les gustan los poetas, a no ser que canten sus loas. Hoy vuelvo a escuchar a algunos de esos nostálgicos de los dictadores. Hoy escribo esto para ti mi querido amigo Rufino. Sé que, a pesar del silencio eterno en el que yo creo, podrás escuchar mi voz. La voz que no te dejaron tener.
Como si no hubieras muerto
vives en mi alma rebelde
que cada día clama justicia.
No recuerdo tu rostro, ni tu voz,
pero en el aire que respiro,
en esta tierra que habito
tu espíritu siembra esperanza
Grito al viento ¡libertad!
la que no te dejaron tener.
Grito al viento ¡dignidad!
la que te quisieron quitar.
Grito al viento
¡no estás muerto!
¡Vives en el alma del pueblo!
Mi tío Rufino, reclutado obligatoriamente por el Gobierno de la República, tuvo que luchar en el frente de Teruel durante la Guerra Civil. Allí desapareció para siempre, seguramente fusilado tras algún combate y enterrado en una fosa común. Me contaba mi madre que mi abuela murió de pena por el sufrimiento producido por la pérdida de su hijo.
Los vencedores no tuvieron piedad con ella, ni con el resto de su familia. Murió sin saber si su hijo vivía o estaba muerto, y sí era así dónde estaba enterrado. Nadie quiso, supo o pudo ayudarla. Mi abuela padeció el sufrimiento de desconocer el paradero de su hijo y de las humillaciones a las que sometieron a las familias del bando perdedor.
Yo nunca supe esta historia hasta el año 1973 (tenía entonces 21 años). El silencio era obligado. Hasta su muerte hace unos pocos años, mi anciana madre no me permitía hablar en público de estos asuntos, por miedo naturalmente. Un miedo impuesto por un terror tan grande que incluso provocaba que las familias de las víctimas se sintieran culpables.
La historia de Rufino me la contó mi tío Eduardo, que también fue represaliado por el régimen franquista al finalizar la guerra. Él y su otro hermano Jesús fueron encarcelados durante seis años por el delito de haber militado en la UGT.
No quiero entrar en asuntos legales, de los que no tengo profundos conocimientos, ni en polémicas políticas partidistas porque no conducen a nada. Quiero significar el aspecto humano del derecho a reconocer la dignidad de todos aquellos –subrayo todos- que han sufrido por culpa de una guerra que, como todas, se pudo evitar.
Javier Jiménez Olmos
22 de agosto de 2018
Tenemos que agilizar la ley de memoria histórica , testimonios como este , lo reclama con urgencia.
«Hoy escribo esto para ti mi querido amigo Rufino. Sé que, a pesar del silencio eterno en el que yo creo, podrás escuchar mi voz. La voz que no te dejaron tener»
—.Yo estaba leyendo a Nietzsche. No pensaba escribir pero copio. ¿Por qué? No lo sé.
–«¡Oh Zaratustra, tú eres más piadoso de lo que crees, con tal incredulidad! Para ello ha debido de haber algún dios que te ha convertido a tu impiedad. ¿No es tu misma piedad la que te impide creer en Dios? ¡Tu excesiva lealtad terminará por llevarte más allá del bien y del mal! ¡Mira lo que para ti está reservado. Tú tienes dos ojos, una mano y una boca que están predestinados a bendecir por toda la eternidad. No se bendice únicamente con la mano. A tu lado, aunque tú quieres ser el más impío……………………………………………….»
Muy certero