Desde los recientes atentados en París no cesa el debate sobre las medidas a tomar para acabar con la amenaza terrorista y la guerra en Siria. Al mismo tiempo, algunas manifestaciones de repulsa y condena de la barbarie y homenaje a las víctimas se han llegado a convertir en actos de fervor patriótico, como si de ese modo se pudiera paliar el dolor de las víctimas y conseguir efectos disuasorios contra los terroristas. Mucho se habla de medidas militares, de bombardeos, incluso de invasiones terrestres.

Es curioso que algunos sectores sociales y mediáticos que en su día constituyeron la vanguardia del “no a la guerra” no tienen recato alguno en sumarse a las tesis belicistas o cuando menos no excluirlas de su agenda. “No sucede lo mismo ahora que en el 2003, Siria no es Irak”, usan como principal argumento para defender el argumento favorable a la guerra. Puede que lleven razón: en Irak no había una guerra y sí la hay en Siria.

La situación en Siria ahora es mucho más compleja que la de Irak en 2003, pero no conviene olvidar que la solución militar de entonces, con una guerra preventiva de invasión, es causa principal de lo que hoy sucede en toda la región y del surgimiento y auge de DAESH (llamado Estado Islámico). Ya casi nadie discute que esa guerra ha conducido a ésta, que las guerras preventivas no han solucionado el problema del terrorismo sino que lo han agravado.

La guerra no es la solución; las políticas militaristas solo conducirán a agravar el problema, a causar más desastre y más víctimas. Por ello, urgen propuestas de paz para afrontar la guerra de Siria y el terrorismo:

–          Una conferencia de paz en la que Irán, Turquía y Arabia Saudí (y las monarquías del Golfo) sean actores principales como países musulmanes con mayor influencia en la región y que en estos momentos tienen intereses contrapuestos que fomentan la violencia. Estados Unidos y Rusia, los demás miembros permanentes del Consejo de Seguridad y la Unión Europea deben patrocinar y, si es preciso forzar, a que se lleve a cabo.

–          Cortar las fuentes de financiación a todos los contendientes, para lo que habría que controlar el flujo de petróleo ilegal procedente de los pozos en poder de DAESH y otras facciones. Del mismo modo, perseguir el tráfico ilegal de obras de arte que a buen seguro se realiza a través de grandes fortunas ubicadas en paraísos fiscales.

–          Suspender la venta de armas a todos los países de la región, las armas con las que se combate en Siria proviene de industrias rusas u occidentales en su gran mayoría. Una de cada cuatro armas que las grandes empresas de armamento producen (la mayoría tienen su sede en los cinco estados miembros permanentes del Consejo de Seguridad) se exportan a Oriente Medio (Arabia Saudí fue el pasado año el mayor comprador).

–          Emplear medios militares para ayudar a los refugiados. Todavía miles de ellos viven en condiciones miserables o intentan cruzar el mar para ponerse a salvo de la guerra. Las grandes potencias y los países de la Liga Árabe disponen de barcos, aviones y otros transportes militares que podrían ser usados con fines humanitarios. Las recientes maniobras de rusos y OTAN y los grandes gastos militares de Arabia Saudí demuestran que sí hay presupuestos suficientes para asuntos relacionados con la disuasión. ¿Por qué no usar esos medios para ayudar a los refugiados?

–          Establecer corredores humanitarios para ayudar a escapar de la guerra. En este caso, y mediante una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sí sería aceptable la intervención aérea para proteger de posibles ataques contra los que intentan huir de la guerra.

–          Instar a los medios de comunicación a una información responsable y controlar las redes sociales, para que no sean altavoces de la propaganda de los terroristas y para que no difundan mensajes de carácter islamófobo que inciten a la violencia.

–          Preparar un gran plan de desarrollo para la región para proporcionar una esperanza de calidad de vida a los que quedan y a los que están deseando volver. Sin esa condición, la paz nunca será posible.

–          Fomentar los planes de integración para los musulmanes que viven en Occidente basado en la educación e integración, principalmente la de los jóvenes, con la ayuda de los medios de comunicación y las redes sociales. Naciones Unidas ya dispone del instrumento adecuado: La Alianza de Civilizaciones, iniciativa que en estos momentos, más que nunca, conviene impulsar.

–          Dictar sanciones contra aquellos países que amparen, protejan, apoyen o difundan mensajes fundamentalistas que inciten a la violencia y al terrorismo.

La complejidad del terrorismo y el conflicto en Siria requieren una acción  global coordinada en la que puede que no sea evitable la acción militar contra aquellos actores que no quieran adherirse a la solución diplomática. Sin embargo, contra esos disidentes, los bombardeos no serán suficientes y se necesitará la intervención de fuerzas terrestres. Ningún país Occidental, ni tan siquiera Rusia, está dispuestos a emplear a sus soldados sobre el terreno.

No quedaría otra opción que la de apoyar a uno de los contendientes y todos coinciden que es mejor hacerlo con Al Asad. (Paradoja del destino, volver al principio. Es curioso todo lo que se podría haber evitado). En este caso habría que pensar en el día después, suponiendo confirmada la derrota militar de DAESH.

Proporcionar una salida al régimen de Al Asad a través de Irán podría ser la solución. Establecer concesiones a las tribus y población suní que ahora apoya a DAESH, Al Nusra y los principales grupos rebeldes. La creación de un Estado Suní con parte de Siria e Irak no es descartable. Como tampoco reconocer las fronteras de la nación kurda. Habría que reconfigurar fronteras y hacer muchas concesiones principalmente al Irak chií, a Irán y a Turquía. Las ayudas económicas podrían ser la base del convencimiento, y para Turquía también su adhesión a la UE.

Todo de una enorme complejidad y, por tanto, de una enorme dificultad. Pero merece la pena intentarlo. La guerra como solución exclusiva no es la solución para acabar con la guerra y con el terrorismo.

Javier Jiménez Olmos

21 diciembre 2015

Artículo publicado  el 1 de diciembre de 2015 en http://www.entreparentesis.org/blog/752-algunas-propuestas-de-paz-contra-la-guerra-de-siria-y-el-terrorismo-internacional el

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