
Viví una infancia y juventud con una familia atemorizada. Mi madre no nos dejaba hablar de política, le asustaba. Su experiencia de niña y adolescente fue la de ver que su madre sufría por tener un hijo desaparecido en el frente de Teruel durante la guerra civil española (su cuerpo jamás ha sido encontrado), y dos hijos con condenas por pertenecer a un sindicato legal en tiempos de la República, ambos condenados a muerte (aunque por la “gracia” de los vencedores no ejecutada y conmutada por largos años de prisión).
Mi madre aprendió a convivir con los que tanto mal causaron a su familia y a tantas otras en toda España. La dictadura de los sublevados ejecutó a miles de personas por el mero hecho de no comulgar con los ideales de los rebeldes. Mi madre no nos inculcó odio contra aquellos que tanto hostigaron a su familia.
Durante cuarenta años, la dictadura fue implacable con sus adversarios, torturas y ejecuciones fueron una constante, sobre todo en los primeros años (cuando todavía el fascismo y el nazismo dominaban parte de Europa). También durante cuarenta años la banda terrorista ETA secuestró torturó y asesinó a casi mil personas. A mí juicio, la violencia de la dictadura y la de ETA sí son comparables, como también lo es la que las partes enfrentadas llevaron a cabo durante la guerra civil (las violencias casi siempre se retroalimentan).
Por eso, si fuimos capaces de aceptar, convivir, e incluso servir a la dictadura (algunos lo hicimos), si la dictadura represiva y criminal (especialmente en sus principios) desapareció y algunos de sus defensores se han integrado en la democracia, ¿por qué no darle esa oportunidad a los que en su día defendieron a ETA, cuando ya hace diez años que la banda ha cesado en sus actividades violentas?
No estoy diciendo que se les perdonen sus crímenes, ni que la justicia no actúe si es necesario, ni tampoco que se olviden sus atrocidades (y aplico la misma lógica a los crímenes de la dictadura). Solo pido una oportunidad para la paz, como la que ofreció mi madre, capaz de convivir con los que tanto año le hicieron a mi abuela y a tantas otras personas. Solo pido paciencia para que, con el tiempo, se borre el odio de tanta violencia inútil. Mi madre creo que lo consiguió.
Un partido vasco ha apoyado los presupuestos del Estado, y ha producido un gran rechazo, la lógica de los sentimientos ha hecho que muchas personas consideren una afrenta la actitud de ese partido. No se ha entrado en contenidos de esos presupuestos (ese sí sería un debate racional) sino solamente en quién los apoya.
No voy a entrar en contenidos de esos presupuestos (no es el asunto de este artículo), pero si quiero significar la importancia de que aquellos que de alguna manera practicaban, defendían o aplaudían la violencia participen ahora de la democracia, como también lo hicieron hace cuarenta años los que apoyaban la dictadura.
Bienvenidos a la paz
todos los que quieren participar de ella.
(A mí me producen nauseas la tortura, el dolor, la muerte. Aunque no comparta ideales, la participación democrática me hace feliz)
Javier Jiménez Olmos
15 de noviembre de 2020
Gracias Javier por compartir tus experiencias y reflexiones. Me parecen muy acertadas y abren vías de reconciliación y paz
Gracias Javier por darnos ocasión de abrir la puerta a nuestro silencio
El perdón? claro! evidente! me lo transmitió mi madre y tambien mi padre desde que salió de la carcel.¿Me lo transmitieron biológicamente? El dictador condenó a muerte a mi padre porque pertenecía a las juventudes socialistas, esa fue la razón. ¡Le salvó mi madre (tenía poco más de 20 años)!, ¡nos salvó a los dos! Años de carcel(es), todas las de España. [me han contado esta anecdota: Mi abuela me llevaba al Retiro; los otros niños hablaban de sus papás y yo decía muy ufana: «yo tambien tengo papá pero lo tienen guardado los fascistas»] ¿Miedo? yo no, era demasiado pequeña para enterarme de que habían decidido matar a mi padre. ¿Mi madre? No tenía tiempo para el miedo. Sé que consiguió que conmutaran la pena de muerte por 30 años y un día y aunque en el juicio dictaron pena de muerte, ella lo sabía y ¡corrió tras la «jaula» en que llevaban a mi padre tras el juicio,gritando «¡Joaquín, 30 años y un día!»
A mis padres les debo la formación en la libertad, en la independencia de espíritu, el sentido de responsabilidad, la búsqueda de la verdad y de la Verdad, ¡del cristianismo! a través de las Escrituras, el perdón, la búsqueda de la justicia para todos.
Será por eso por lo que soy tan impulsiva, tan tajante, ante la hipocresía, la falsedad, la mezquindad Tan lanzada ante las injusticias ocurran donde ocurran. Por lo que mi relax es la Física Cuántica-matemática?
Estupenda reflexión, corta y clara. No se puede pedir más. Gracias Javier
Muy buena reflexión