¿Son las armas la causa de las guerras o son un factor de estabilidad? ¿Son los ejércitos los que provocan la guerra o los que preservan la paz? ¿Representa la carrera de armamentos una garantía de orden o una amenaza para la paz? Desde la visión de la escuela realista de las relaciones internacionales estas preguntas han sido y están siendo respondidas a favor de políticas militaristas, políticas que son, sin embargo, discutidas a los potenciales enemigos.
Existe una relación comprobada entre la industria de armamento y los poderes políticos a escala nacional e internacional. La industria de las armas es muy rentable. La industria de armamento es primordial en la economía de las grandes potencias. Las empresas que se dedican a esa actividad tienen muy buenas conexiones con el poder. Incluso cuando se trata de gobiernos que pregonan ideales y políticas contrarias a las guerras, la industria de armamento prosigue su feroz actividad.
Ningún gobierno se atreve a reducir, no digamos desmantelar, la industria de armamento. Puede servir la excusa del mantenimiento de empleos, la del ingreso de divisas, la de la seguridad nacional, o la de si no lo “hacemos nosotros, otros lo harán”. Lo cierto es que los propietarios de estas empresas obtienen suculentos beneficios de la venta de instrumentos de destrucción y muerte.
Si admitimos que las armas son inevitables para el mantenimiento de la seguridad y la defensa, la industria de las armas debería ser considerada como un servicio público en beneficio de la humanidad y, por tanto, no una actividad industrial destinada a producir beneficios económicos. Sin embargo, actualmente la mayoría de la industria de armamento pertenece a empresas privadas. Empresas sujetas a las leyes del mercado, a la competencia.
Esa competencia le obliga a mejorar continuamente sus productos, lo que se traduce en conseguir armas capaces de matar más y mejor. Y esa sujeción a las leyes del mercado obliga a vender, y para ello los clientes deben sentir la sensación de inseguridad, de amenaza, de miedo. El negocio se hace para obtener beneficio. Si no hay compradores se acaba el negocio, lo que implica que los conflictos y las guerras son la fuente de este negocio. Lo que significa que los dirigentes de estas industrias pueden generar clientes; es decir, pueden influir para provocar tensiones, conflictos o guerras. Y la competencia sin control también genera corrupción.
El escritor británico George Orwell en su novela ficción 1984 (luego llevada el cine en varias versiones con el mismo título) pone en boca de uno de los personajes representativo del poder establecido la frase: “la guerra no se hace para ganarla, se hace para perpetuarla”. Es una de las expresiones del Gran Hermano que todo lo controla y manipula.
Efectivamente, la guerra mantiene la estructura de poder, manipula a las masas a las que les encuentra un enemigo indeseable, produce noticias que distraen de la realidad y miseria diarias, y es un gran negocio para aquellos que se aprovechan de los enormes beneficios que suponen la destrucción, la venta de armas, la logística, la seguridad y la reconstrucción de lo destruido. Pero las guerras suponen un coste humano y económico que soportan las personas normales. Esas personas no quieren la guerra.
En el gráfico siguiente se pude observar los gastos militares de algunos países. Destaca que entre los que más gastan están los cinco miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Significante es el incremento de Arabia Saudí, India, Corea del Sur y Japón, todos ellos aliados de Estados Unidos y Occidente, y situados en regiones de alta conflictividad militar.
Es importante conocer el mercado de los armamentos. En el gráfico siguiente se pueden observar las ventas y compras, y el origen y destino de las mismas. También están en el ranking de los mayores vendedores los cinco del Consejo de Seguridad. Se puede comprobar que estas armas van sobre todo a las regiones donde se dan mayores conflictos como en Oriente Medio, o donde se pueden dar como la región Asia y Oceanía.
Según el SIPRI, en el periodo 2010-2014, España fue el séptimo exportador mundial de armamento, con un 3% del total mundial. Las ventas se realizaron principalmente a Australia (24%), Noruega (10%) y Arabia Saudí (10%).
Las empresas que más armas vendieron en 2013 están ubicadas en Estados Unidos y Europa, lugares del mundo donde más lato nivel de democracia y bienestar existe en el mundo.
Las diez empresas que vendieron más armas en el 2013 (en millones de dólares)
Puesto |
Empresa |
Nacionalidad |
2013 |
1 | Lockheed Martín | EE. UU. | 35.490 |
2 | BAE System | Reino Unido | 30.600 |
3 | Boeing | EE. UU. | 26.820 |
4 | Raytheon | EE. UU. | 21.590 |
5 | Northrop Grumman | EE UU | 20.200 |
6 | General Dynamics | EE UU | 18.660 |
7 | EADS | Trans-europea | 15.740 |
8 | United Tecnologies | EE. UU. | 11.900 |
9 | Finmeccanica | Italia | 10.560 |
10 | Thales | Francia | 10.370 |
Fuente: SIPRI 2014
En un mundo en crisis económica, con innumerables conflictos y guerras en curso, prosigue la carrera de armamentos. Una carrera denunciada por aquellos que la promocionan. Una hipocresía en nombre de la seguridad internacional. Una seguridad ¿para quién?
“La guerra no se hace para ganarla se hace para perpetuarla” la frase de Orwell es otra versión de la clásica si vis pacem, para bellum (si quieres la paz prepárate para la guerra).
Sin renunciar a la defensa justa, a la injerencia humanitaria, a la interposición entre contendientes para evitar la guerra, a las operaciones de construcción y mantenimiento de la paz, pero alejados del militarismo y de la carrera armamentística que conlleva, conscientes de la necesidad de que las naciones protejan a sus ciudadanos con medios proporcionales a los niveles de amenaza que perciban, y estableciendo como prioridad la seguridad humana –la que proporciona niveles de vida dignos en libertad y bienestar-, el camino no es prepararse para la guerra sino para la paz.
“Si quieres paz edúcate para la paz”
Javier Jiménez Olmos
12 de abril de 2015
GRACIAS!!!