Estados Unidos, en boca de su Presidente, se ha alineado una vez más con las tesis defendidas por el ala más extremista del Gobierno de Israel. Carta blanca y ayuda para continuar cometiendo (presuntamente) crímenes de guerra, vulneraciones sistemáticas de los derechos humanos e incumplimiento de las resoluciones de las Naciones Unidas, además de vetar cualquier resolución que no favorezca al Estado de Israel.

Dice el mandatario norteamericano actuar en defensa de la democracia, un concepto muy limitado democracia.  Las democracias son ante todo respetuosas con la legalidad internacional y los derechos humanos. Hay indicios más que suficientes para sospechar que el gobierno israelí vulnera tanto la legalidad internacional como los derechos humanos.  Si así fuera, todos los que alientan y apoyan las actuaciones israelíes se convertirían en cómplices, como lo son los que lo hacen con Hamás u otro grupo terroristas. 

El capitán del llamado Occidente libre no aboga por la diplomacia, no exige contundentemente un alto el fuego, el presidente de la primera democracia del mundo sólo ofrece ayuda militar a Israel, y también el paso de un número muy limitado (a todas luces insuficiente) de camiones para ayuda a Gaza. Eso sí, ni hablar del cese de los bombardeos sobre zonas densamente habitadas.

Por si faltara poco, el Primer Ministro británico se une a la fiesta y también bendice la política militarista del gobierno de Israel. Una vez más funciona el eje Estados Unidos-Reino Unido. Un estilo que se transmite a la OTAN, que siempre actúa a los dictados de su principal fianciador y su fiel aliado. Repasemos las historias de bombardeos en Afganistán, Serbia (durante la guerra de Kosovo), Irak y Libia. Y es que las bombas también producen grandes dividendos a las empresas de armamento.

El gobierno norteamericano no se implica en exigir contundenemente un alto el fuego y, por tanto, el cese de los bombardeos. Ese sería el primer paso para obligar a Hamás a liberar los rehenes y a cesar sus ataque con cohetes u otros medio a Israel. Los dirigentes estadounidenses también deberían propiciar una mesa para tratar el reconocimiento del Estado palestino y la vuelta a las fronteras de 1967, tal y como establece la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de 22 de noviembre de 1967.

Es una vergüenza democrática no permitir la ayuda humanitaria tanto como se necesite en Gaza, es complicidad no obligar a Israel a permitir dicha ayuda. Tanto Estados Unidos como Europa disponen de la suficiente fortaleza política y económica para presionar al Gobeirno israelí a posibilitar la llegada de ayuda humanitaria.

El Presidente de Francia, también contribuye a la causa de la paz con su propuesta de una coalición militar para combatir el terrorismo. Más militarismo en vez de buscar soluciones que eliminen la violencia estructural que persiste sobre los palestinos. Los Estados que se dicen democráticos e intentan exportar sus valores al resto solo proponen soluciones guerreras. Otro que se podía haber ahorrado el viaje.

Israel tiene derecho a defenderse, pero también tiene el deber de respetar los derechos humanos y las leyes internacionales.

Con la misma contundencia que se condena y sanciona en otros lugares por hechos similares, se debería hacer en el caso de los bombardeos en Gaza.

Los bombardeos sobre poblaciones habitadas por civiles, con el pretexto de acabar con terroristas o eliminar amanazas militares, no son de recibo porque causan destrucción y muerte a victimas inocentes. Los bombardeos sobre ciudades son un estilo de hacer la guerra tan cruel que no se justifica por ninguna excusa. No es creíble tampoco el pretexto de que se trata de bombardeos quirúrgicos, es decir, con armas inteligentes que solo destruyen a los «malos» si causar daños adicionales. Una tomadura de pelo que no se sostien a la vista de las imágenes y testimonios que se reciben de Gaza u otros lugares bombardeados.

(Cifras que no incluyen lo sucedido desde el 7 de octubre de 2023)

Para los norteamericanos y sus fieles la diplomacia se mide por el número de portaaviones, bombas y misiles. Así se está construyendo un mundo que cada vez más confía en las armas que en el diálogo. Es lo que manda el jefe.

No se sorprendan del creciente antiamericanismo entre las poblaciones musulmanas de todo el mundo, caldo de cultivo para fanáticos.

Javier Jiménez Olmos

23 de octubre de 2023

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies