Día de la Constitución, una conmemoración muy importante para la democracia, una fecha fundamental para la vida de tantos españoles, que a partir de la aprobación de esta Carta Magna comenzaron a disfrutar de la libertad.
Una fecha para evocar tantos recuerdos, la mayoría muy buenos, otros no tanto. Para los que tenemos cierta edad sabemos lo que significaba la dictadura y todo lo que la Constitución y la consiguiente democracia ha traído de bienestar y libertad.
La mayoría de los jóvenes no han podido vivir lo que era un régimen represivo, incluso, otros muchos como yo, solo vivimos de manera consciente los últimos vestigios de un régimen dictatorial, por eso es conveniente recordar y, si se me permite, hacer un poco de pedagogía.
Hoy en día, desde algunas posiciones políticas, que yo llamaría extremismo reaccionario, se intenta convencer de que nuestras libertades están en peligro y que están amenazados nuestros valores fundamentales (sobre esto habría mucho que debatir, ¿cuáles son nuestros valores fundamentales?) Hay que reflexionar acerca de esos mensajes catastrofistas sobre nuestro sistema político democrático.
Hay que ver de dónde proceden, quiénes son sus ideólogos y a qué intereses obedecen. Ahora se muestran como los principales defensores de la Constitución y de la Jefatura del Estado monárquica, son “ultraliberales convencidos”.
Ya tengo algunos años y he vivido en primera persona lo suficiente para constatar que algunos que ahora son vehementes defensores de la Constitución, no hicieron sino denostarla desde el momento de su elaboración, y llegaron a jalear y aplaudir el fracasado golpe del 23 de febrero de 1981.
Esos y sus sucesores ideológicos no cesan de acusar a los gobiernos legítimos de España de no ser democráticos, de no ser representativos. Como tengo recuerdos y vivencias, lo hicieron con los gobiernos de los señores Suárez, González, Rodríguez Zapatero y ahora con el del señor Sánchez.
Sí, no he omitido los otros gobiernos, los de los señores Aznar y Rajoy, porque durante ese tiempo permanecieron más condescendientes, aunque tampoco se libraban de sus ofensas. Ni siquiera con el estimado señor Calvo Sotelo, en su corto periodo en el cargo, fueron amables. He escuchado toda clase de improperios, calumnias, difamaciones, contra los gobiernos democráticos y sus presidentes por parte de algunos de estos defensores «sobrevenidos» de la Constitución.
Recuerdo perfectamente que ni el propio rey Juan Carlos se libraba de estos «profesionales del dicterio«. Pero especialmente sangrantes han sido sus acusaciones de traición a presidentes elegidos democráticamente, como lo han sido las realizadas contra los Rodríguez Zapatero y Sánchez.
No eran críticas, las críticas son siempre bienvenidas en democracia cuando van acompañadas de la argumentación y el respeto correspondientes. El debate constructivo siempre es deseable en democracia. Pero no era así, eran simplemente muestras de un rechazo visceral agresivo contra aquellos que se atrevían trabajar por una convivencia basada en el respeto y la libertad.
Nuestra Constitución seguro que es mejorable, pero para eso están las urnas, la voluntad de todos, la libertad y la democracia. Nadie tiene el derecho a atribuirse la facultad de cambiar unilateralmente, y menos de una forma violenta, la norma fundamental que regula nuestra convivencia.
En el día de la Constitución pediría a los representantes políticos que defendieran sus posiciones con respeto a la Constitución, que no es otra cosa que respetar a todas aquellas personas que no piensa como ellos mismos; eso es respetar la democracia. Pediría moderación en su lenguaje y en su simbología.
Y pediría también a todos nosotros, y a mí mismo, que no nos dejemos llevar por impulsos primitivos y reflexionemos a la hora de emitir juicios sobre los que piensan de manera diferente, que mantengamos el espíritu democrático respetuoso de nuestra Constitución.
Y también pediría que la Justicia actúe contra aquellos que traspasan los límites constitucionales de convivencia.
Javier Jiménez Olmos
5 de diciembre de 2020
¡¡GRACIAS!!!
Me tuve que exiiar en 1971, La Iglesia Católica, a la que pertenezco, recibía bajo palio al dictador. Habían abierto la «Carcel de Zamora» (………..). ¡¡¡Primeras elecciones libres!!! Fuimos a votar al consulado. [Toulouse] Esto era casi increible, La fraternidad reinaba.¡la alegría! ¿era posible lo que estábamos viviendo? ¡Seguíamos con miedo! En realida el miedo ha dejado huella. Yo, a pesar de los años y de que desconozco la «timidez» sigo teniendo cuidado de lo que digo y a quien se lo digo, porque no quiero ya soportar ciertas reacciones que me duelen y desde luego recibo en silencio. ¡¡¡Cuántos silencios!!! todavía ahora en el 2020
Estimado Javier, pides demasiado.
Lo que tengo claro es que si ahora oímos tantas barbaridades de partidos políticos de derechas es porque por primera vez ven peligrar algo que consideran de su patrimonio. Y entonces ya se quitan la máscara y dejan de decir que la democracia es lo principal y empiezan a amenazar.
Es lo que tenemos, tantos años de conformismo que han acabado pensando que todo seguiría igual…
Salu2
Me ha sorprendido mucho la entrada de hoy de Javier. Me gustaría decir que estoy en total desacuerdo con su contenido.
Nunca habría imaginado que la perspectiva de un régimen bolivariano y de una España rota, –a base de inmensas falsedades históricas repetidas en el mejor estilo de Goebbels–, pudiese suponer un objetivo a defender por parte de nadie amante de su patria y de las libertades y bienestar de sus compatriotas.
Por cierto, cuando algunos estaban en el exilio un servidor estaba preso. Mientras tanto el SR. Zapatero y el Sr. Sánchez se dedicaban al odio y al revanchismo psicopático propio de tantos hijos de padres que prosperaron por su fidelidad al caudillo.
Dicho sea sin acritud y desde la verdad.
Un cordial saludo
La verdad es que me he pensado mucho responder a tu comentario porque me ha costado comprenderlo. He vuelta releer lo que escribí y no entiendo a qué te refieres. Me limito a expresar mis vivencias con relación a algunos que ahora dicen defender la libertad y la Constitución. Pero no son solo vivencias, son hechos demostrables y recogidos en las sesiones del Parlamento y en las hemerotecas. Para nada he entrado en otros asuntos, ni tan siquiera me he mostrado favorable a las gestiones de los diversos gobiernos, me he limitado a decir lo que es público y notorio sobre las acusaciones, difamaciones e insultos que se profieren contra representantes legítimos del Estado. Más aún, afirmo y sostengo que las críticas son siempre bienvenidas en democracia, lo que no es de recibo son las agresiones verbales. Por último, me decanto en mi escrito por la concordia y no por otra cosa. Así que no entiendo tus alusiones al bolivarismo, (que por otra parte no sé muy bien en que consiste) ni en mencionar a Goebbles en relación con mi escrito. Gracias por comentar. Un abrazo
Hola, Javier.
Te ruego me disculpes por la tardanza en responder a tu comentario y por no haberme explicado bien en mi comentario a tu inclusión de Zapatero y Sánchez entre los gobernantes injustamente atacados según tu escrito.
Explicarlo no es cuestión de un párrafo o de un comentario. Sin embargo tu artículo acusa de modo genérico a no se sabe muy bien quién –porque no lo indicas– y realmente, salvo que te refieras al Blas Piñar de mi lejanísima juventud, no se me ocurre de quién puedes estar hablando.
Lo que sí me sorprende y mucho es que en una España en la que es imposible ser educado en la segunda lengua del mundo que es la nuestra hables de que hay libertad. Una España en la que sus propias autoridades incumplen Ley, la Constitución y las Sentencias Firmes que no les da la gana de cumplir.
De entrada –y estrictamente en este sentido– hay menos libertad de enseñanza que en la última etapa de Franco que fue cuando se abrieron las Ikastolas a las que asistieron desde su tierna infancia no pocos de mis amigos en San Sebastián sin el menor problema.
Y ello por no hablar del implacable proceso de empobrecimiento general que han acelerado Zapatero (autor de la mayor burbuja inmobiliaria de Europa) y Sánchez al cual han bastado unos pocos trimestres –antes de la pandemia– para revertir el ritmo de la recuperación de empleo que tantos años nos había costado alcanzar.
En mi opinión, todo un poema sobre el cual, de alguna forma, tuve la sensación de que tu artículo corría un velo. Si por ello te he molestado te pido humildemente perdón.
Un saludo cordial
PS. Sobre la trayectoria de Zapatero y puestos a ofrecer datos concretos no voy a entrar en su papelón en defensa de Maduro y los 39 viajes que lleva al respecto pero si recordar un libro que sin duda conoces de Rogelio Alonso: «La derrota del vencedor».