El nacionalismo, para sus reivindicaciones secesionistas, se vale de dos herramientas (no les llamo argumentos porque a mi juicio no pertenecen a la lógica): la significación del llamado “hecho diferencial” y la «revisión histórica» según su particular punto de vista. El hecho diferencial lo encuentran en factores religiosos, étnicos o culturales (como puede ser el de tener una lengua propia); mientras que la revisión histórica se realiza mediante el recurso al victimismo, un lamento de batallas perdidas y de opresión por la imposición de los Estados de los que se pretende liberar.
El hecho diferencial es muy difícil de argüir en sociedades modernas y cosmopolitas, donde la mezcla de culturas, producida por siglos de integración, hace imposible distinguir cualquier signo de identidad propia exclusiva. También resulta falaz apelar al victimismo de la opresión en los Estados de Derecho, donde Constituciones democráticas regulan la vida de los ciudadanos.
El nacionalismo no nace de la razón, es un sentimiento comunitario manipulable que puede llegar convertirse en perverso. La perversión del nacionalismo lo convierte en excluyente e insolidario. Es, por tanto, complicado contraponer razonamientos a sentimientos, es muy difícil entablar diálogos con aquellos que anteponen su sentimiento nacionalista por encima, incluso, de su bienestar personal.
En Cataluña nos encontramos con ese problema de diferentes planos de debate, se enfrentan los sentimientos a la razón. Un debate que se ha extendido al resto de España, donde también los sentimientos comienzan a aflorar como reacción a aquellos de los independentistas. El problema se agrava entonces porque cada vez menos personas utilizan argumentos (que siempre son racionales), y las emociones no controladas pueden tener consecuencias imprevisibles.
A pesar de lo dicho, no hay que desistir en la búsqueda de razonamientos que conduzcan a la resolución del conflicto de una forma dialogada, en la que todas las partes se encuentren representadas. Habrá que tener en cuenta que las negociaciones serán complicadas y que la solución no satisfará completamente a todas las facciones.
La “negociación de suma cero”, es decir aquella donde uno lo gana todo y el otro lo pierde todo, nunca resuelven el conflicto de una manera definitiva. La imposición de una de las partes sobre la otra sólo consigue aplacar momentáneamente la confrontación, que volverá a resurgir al cabo de poco tiempo.
Independientemente de lo que cada uno pueda sentir, sería conveniente un ejercicio de racionalidad, que siempre implica moderación y prudencia. En este envite nacionalista independentista catalán, todos nos jugamos lo suficiente como para dejar que las “vísceras” nos lleven a una confrontación de consecuencias dramáticas para Cataluña, para España y para Europa.
Así, la racionalidad ha comenzado y gran parte de la sociedad española (catalanes incluidos) abogan por una solución dialogada. A esa solución insta la Europa civilizada y democrática, cuyo papel como facilitadora (no mediadora) del diálogo puede resultar fundamental.
Y esa racionalidad se propone decisivamente desde la economía, sin la cual es imposible conseguir los niveles de bienestar alcanzados en Cataluña, en España y en Europa. Una economía que afecta a los bolsillos de todos los ciudadanos, sean o no independentistas. Ante la inseguridad jurídica y social, es racional que las empresas salgan de Cataluña y que los ahorradores busquen lugares seguros para sus euros.
Pero la emoción también juega un papel importante. La emoción que sale del corazón, la que transmite mensajes positivos para fomentar el acercamiento. Por eso es muy importante que la Cataluña no independentista manifieste su deseo de continuar juntos en ese proyecto común, dentro de Europa, que hemos llamado España. Y es decisivo que el resto de los españoles demuestren su cariño hacia Cataluña, como siempre lo han hecho.
Por eso es primordial que no se emprendan acciones que puedan ser usadas por el victimismo nacionalista como elemento de propaganda para sus seguidores y para distribuir a la opinión pública internacional. La combinación de racionalidad y emoción positiva puede ser la base para conseguir aplacar los ánimos independentistas.
No conviene olvidar que España es un país democrático internacionalmente reconocido y que la comunidad internacional defiende sin fisuras la unidad de España. Esa comunidad internacional no consentirá que España se convierta en un Estado fallido incapaz de defender un sistema constitucional democrático que vela por la seguridad de todos sus ciudadanos.
La prueba más evidente de que España es un país democrático es que el nacionalismo independentista ha gozado y goza de libertad para expresar sus idearios; ha dispuesto de medios de comunicación públicos y privados para promocionar y propagar su ideario independentista; organizaciones civiles han servido sin restricción alguna a los fines independentistas; y hasta en universidades y colegios se ha educado en el ideario independentista sin obstáculo alguno. Que se sepa nadie ha sido encarcelado a pesar de las vulneraciones constitucionales perfectamente identificadas.
Durante los últimos años, el independentismo se ha adueñado del discurso en Cataluña y se han atribuido la representación del pueblo catalán. Sin embargo, conviene recordar que la democracia se gana en las urnas y se desarrolla en las instituciones democráticas. Los independentistas no han respetado a la mitad de los representantes legítimos del pueblo catalán, que resultaron elegidos en unas elecciones libres y limpias, como se pudo comprobar los días 6 y 7 de septiembre en el Parlamento de Cataluña, cuando se vulneró la Constitución, el Estatuto de Autonomía y el Reglamento de ese Parlamento.
Los independentistas han secuestrado la tranquilidad de millones de catalanes y españoles, incluso Europa comienza a sentirse intranquila; han provocado la división de un pueblo pacífico y dialogante; pueden llevar a la ruina a una de las regiones más prosperas de Europa; y pueden causar una confrontación de proporciones inimaginables dentro y fuera de su territorio.
Desde el Estado, desde el Gobierno y desde otras instituciones hay que asumir la parte de responsabilidad por no haber sabido atajar este conflicto a tiempo (hay quienes piensan, cada vez más personas, que no se ha actuado a tiempo con suficiente firmeza ante el desafío independentista) pero la culpabilidad directa de este caos en el que están sumiendo a la sociedad catalana sólo recae sobre los independentistas. La firmeza del Estado de Derecho no puede consentir la vulneración de los derechos y deberes fundamentales que contempla la Constitución. Es algo que los independentistas también tienen que saber y tener en cuenta.
No se puede jugar con el bienestar de millones de personas por las motivaciones sentimentales o por los intereses particulares de una minoría. No es justo que toda una nación como la española esté pendiente de la decisión de un dirigente atrapado por su discurso radical y por los extremistas seguidores que lo secundan. Es una tortura psicológica a la que están sometiendo a millones de personas, que ven como se está llegando al enfrentamiento irreversible
En una democracia como la española nadie puede ser perseguido por sus ideas políticas, y menos reprimirlas. Pero hay que atenerse a las reglas de juego establecidas. Para aquellos que defienden un referéndum en Cataluña alegando el derecho a decidir, tendrán que conseguir los apoyos necesarios en las urnas para abordar las reformas constitucionales convenientes para alcanzar ese objetivo. No olvidemos que Cataluña no es un ente particular, es parte de un proyecto común en el que todos los españoles estamos implicados.
A pesar de todo, todavía es tiempo de diálogo, un diálogo que conduzca a una paz justa, pero para alcanzarla hay que partir de alguna base. En la España democrática ese punto de partida es la Constitución del 78. La paz debería de empezar por ese reconocimiento. Un punto de partida para alcanzar la reformas necesarias que satisfagan las necesidades de la sociedad actual.
A modo de recordatorio:
RESULTADOS DEL REFERÉNDUM DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978
COMUNIDADES | SÍ | NO | BLANCO | NULO | ABSTENCIÓN |
ANDALUCÍA | 91’85% | 5’48% | 2’07% | 0’58% | 30’49% |
ARAGÓN | 88’09% | 6’72% | 4’65% | 0’52% | 26’45% |
ASTURIAS | 88’58% | 8’39% | 2’13% | 0’88% | 38’21% |
BALEARES | 89’46% | 4’82% | 4’87% | 0’83% | 29’81% |
CANARIAS | 91’89% | 4’36% | 3’17% | 0’55% | 37’09% |
CANTABRIA | 83’50% | 12’46% | 3’43% | 0’59% | 28’84% |
CASTILLA Y LEÓN | 85’06% | 9’16% | 4’97% | 0’80% | 28’62% |
CASTILLA-LA MANCHA | 84’32% | 11’78% | 3’11% | 0’77% | 26’18% |
CATALUÑA | 90’46% | 4’61% | 4’23% | 0’68% | 32’09% |
CEUTA Y MELILLA | 88’30% | 8’45% | 2’74% | 0’50% | 30’40% |
COMUNIDAD VALENCIANA | 88’84% | 6,97% | 3’44% | 0’73% | 25’86% |
EUSKADI | 69’11% | 23’53% | 5’74% | 1’60% | 55’34% |
EXTREMADURA | 89’29% | 7’34% | 2’74% | 0’61% | 29’49% |
GALICIA | 89’04% | 5’80% | 3’97% | 1’13% | 49’79% |
LA RIOJA | 86’59% | 7’83% | 4’70% | 0’86% | 27’53% |
MADRID | 86’14% | 10’11% | 3’02% | 0’71% | 27’76% |
MURCIA | 90’77% | 6’21% | 2’43% | 0’57% | 28’56% |
NAVARRA | 75’70% | 16’95% | 6’40% | 0’94% | 33’37% |
De la misma manera que se elaboró está Constitución, se pueden transformar en otra acorde con la voluntad actual de los españoles. El camino fue y es diálogo, acuerdos y urnas.
Javier Jiménez Olmos
14 de octubre de 2017
Qué barbaridad, ¿Cómo se puede ser tan claro? ¡Querido difusor de verdad! .
Muchas gracias Isabel, pero solo intento reflexionar sin más pretensiones.
Creo que los acontecimientos nos están ayudando a disipar las brumas de Disonancia Cognitiva que, en relación con las Políticas Identitarias, nos bloquean el entendimiento.
Si miramos con la mirada limpia de brumas ¿Qué vemos?
Vemos cosas como las siguientes.
1. Director de Instituto cesado el jueves de hace 15 días por pedir que se le entregase por escrito –como es su derecho– una orden que suponía la comisión de un delito. Esto también sucedió en el Colegio Alemán de San Sebastián a los pocos días del Golpe de Hitler en 1933. Aquí sucede antes.
2. Madre explicando las lágrimas de su hija de 10 años para que no escribiese en español –todavía lengua mayoritaria de los hogares de Cataluña tras 35 años de represión– una nota al colegio para explicar una ausencia de la niña.
Pensémoslo despacio porque el daño psicológico causado a esa niña tiene tela y es para toda su vida.
3. Un colegio de Gerona que sugiere a los padres de otra niña, que si van a insistir en que la niña reciba parte de sus clases en español, como es su derecho, deberían ir pensando en cambiarla de colegio.
Esto sucede en un pueblo al lado de Ampurias así que imaginen el cinismo del Colegio.
Todo lo anterior es moralmente criminal y sucede rutinariamente bajo el Nacionalismo Catalán.
¿ Puede existir en un sistema Democrático esta ideología? ¿Podemos defender que tenemos un sistema político para Ciudadanos Libres e Iguales con esa ideología imponiendo su criterio?
Sería tanto como reconocer que en pleno siglo XXI admitimos ideologías con su propia cuota de «niñas Ana Frank»-
Que esto se haga con los impuestos de los padres de estas niñas o niños es una exhibición de despotismo completamente fuera de época.
Esto marca una línea roja entre un nacionalismo civilizado –que respeta escrupulosamente derechos ajenos dentro del amor a lo propio– y un Nacionalismo Identitario que, al tratar de Imponer una Identidad a Todos, se hace irremediablemente totalitario.
De esto estamos hablando. Nada más y nada menos.
Lo que este conflicto ha traído a la superficie es la basura que se esconde en fondo del pantano.
¿Podremos convivir con las «niñas Ana Frank» con la conciencia tranquila como pretende hacer la Conferencia Episcopal o tenemos que escuchar la voz firme del Papa tomando claro partido por las Víctimas?
Estamos despertando a la realidad de que hemos acogido en la Constitución Ideologías que usan la democracia formal para someter a otros educando a sus hijos siguiendo el modelo
que explicó Hitler en Septiembre del 33: No nos importa no estar en vuestras mentes o en vuestros corazones, nos basta con educar a vuestros hijos»
Por esto el Rey, Felipe VI, se ha ganado el respeto de todos los españoles y en particular de todas las víctimas del nacionalismo que llevan décadas viendo impotentes que sus derechos son pisoteados sistemáticamente.
Conviene guardar para el futuro la promesa del Rey al decir: “no están solos, ni lo estarán; tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos.”
Esta frase habrá que recordársela a Gobiernos Incapaces de sostenerla con sus actos.
Como alguien ha dicho en otro lugar:
La Corona sí ha ocupado sin rubor el territorio ético y ha dado una señal clara de que sabe de estrategia y de liderazgo moral más que otras instituciones del Estado.
Es curioso que la Iglesia, los Obispos españoles, han sido incapaces de ofrecer una posición ética clara sumidos en su propia bruma moral.
Afortunadamente el Papa, Hombre de Frontera, –Jesuita al fin y al cabo–, sí lo ha hecho. La unidad es un bien moral y material. Mucho más para cualquier cristiano.
Del mismo modo que el liderazgo es una Virtud Moral o no es. Y el liderazgo estratégico es inviable desde la Inmoralidad.
Saludos y gracias a D. Javier por el artículo
Querido Ramón, gracias por tus comentarios que ilustran una realidad que algunos consideran normal y que otros la justifican como derecho a decidir, a decidir qué…?
Claro y corto, sin discursos con trampas semánticas. Cuando se imponen posiciones minoritarias y dañinas para la mayoría, suele ser porque muchísima gente no se implica en defenderlas. Hay que implicarse. Gracias por este buen artículo.
Amigo Luis, creo que ha llegado el momento para respetuosa y democráticamente se escuche la voz de los silenciados. Hay que empezar a proponer reformas, pero reformas para eliminar privilegios, no para conceder más cediendo a presiones basadas en victimismos o supuestos hechos diferenciales.Muchas gracias por tu comentario.
Felicitaciones… y un aporte: https://goo.gl/bMBjVV
Andrés muchas gracias por tu comentario y por tu aportación que recomiendo leer a los lectores de este blog.
Muchas gracias amigo Javier por tus palabras llenas de sentido común, racionalidad y sensibilidad ante una situación tan delicada y que a la mayoría nos tiene inquietos y gravemente preocupados, sobre todo por las consecuencias que ya se están produciendo y que pueden empeorar . Yo creo que sería importante llegar a un diálogo positivo pero respetando las leyes que nos hemos dado . De otra forma no sé a dónde nos puede conducir este conflicto. Sin duda a nada bueno ni para Cataluña ni para España ni para Europa. Un abrazo
Toñi, muchas gracias por tu comentario. Un abrazo