Hay momentos en la vida para todo, ahora es el momento de la unidad, de la solidaridad, de la disciplina, de la moral de victoria y del sacrificio. La pandemia del coronavirus nos está exigiendo a toda la sociedad, sin exclusiones, tremendos sacrificios. Sacrificios, sobre todo a las víctimas, los enfermos, sus familias y sus seres más allegados.

Muchas personas están viendo alterada su forma de vida, y para algunos supone un grave quebranto de su economía, que puede llevar a la ruina o a la pérdida del trabajo. Se va a necesitar mucha solidaridad para poder levantar todo lo que pueda destruir esta pandemia.

De nada vale en estos momentos aprovechar los posibles errores para conseguir beneficios políticos. Para todo hay un momento y ahora no es el momento de la discordia y del debate partidista. Es tiempo de unidad, de apoyo a las decisiones del Gobierno de la Nación, de cumplir a rajatabla las normas que se han dictado para combatir la expansión del coronavirus. Es tiempo de eliminar los mensajes negativos o malintencionados que se trasmiten a través de las redes sociales. Es tiempo también del humor sano, que relaje; de ese humor respetuoso que no hiere, sino que divierte.

Ahora sirve aportar lo positivo, lo amable, y sirve lo responsable. La responsabilidad individual, no buscar excusas para bordear las normas que se han dictado en beneficio de todos. Es hora de no trampear. Es imposible concretar en un documento todos los casos particulares, por tanto, hay que seguir las normas generales y aplicar el principio de máxima seguridad. Es el momento de colaborar, no de competir.

Es la hora de valorar lo cotidiano, de todas aquellas personas que nos hacen la vida fácil, desde las cajeras del supermercado al personal sanitario, desde los conductores del autobús hasta los que limpian nuestras calles. De todas aquellas personas que no visibilizamos pero que son tan necesarias para nuestro bienestar. Es hora de pensar en nosotros mismos, en nuestro comportamiento diario. Es tiempo para la reflexión sobre nuestro estilo de vida, incluso si la sagrada libertad individual no tiene sus límites ante situaciones de emergencia.

No es tan difícil, unidad, solidaridad, disciplina, moral de victoria y sacrificio, aunque a la mayoría de las personas se nos está exigiendo algo que no es tan sacrificado: ¡Quedarse en casa!

Javier Jiménez Olmos

23 de marzo de 2020

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