Hace unos días pasaba unas vacaciones en mi pueblo (San Javier, Murcia), estaba corriendo por una de las playas de la zona, en primavera mucho más tranquilas que en pleno verano. Lucía, no obstante, un sol esplendido que me hacía sentir calor y sudar mientras disfrutaba de ese paisaje inigualable del Mar Menor.
Todavía no había muchos turistas en la playa, sin embargo, sí estaban allí todas esas personas que no vienen como turistas, que no tienen dinero para disfrutar del mar, del sol y de la buena comida.
Mientras corría me cruce con un “negrito” que portaba una gran mochila y que en uno de sus brazos sostenía diversas prendas como pañuelos, vestidos y bañadores, mientras que en el otro llevaba relojes, gafas y bolsos. Era una tienda ambulante.
Cuando nos cruzamos me sonrío y me dijo “que bueno es correr”. Y, entonces, una vez más, pensé lo afortunado que soy, lo afortunados que son mi familia, mis amigos y la mayoría de la gente que conozco.
En la playa había más “negritos y negritas”, que caminaban incesantemente de un lado a otro con su pesada carga, intentando vender algo de su mercancía para obtener algún dinero para ellos y para sus familias que han dejado en tierras muy lejanas. Y todos sonreían. Mientras que nosotros corríamos, paseábamos, disfrutábamos del sol, comíamos y bebíamos, ellos caminaban cargados sin descanso, arriba y abajo, y siempre sonreían.
Nos sonreían a los que tantas veces los despreciamos, les ponemos muros con concertinas para que no nos «invadan», los encerramos en “campos de internamiento”; nos sonreían a los que inventamos leyes para que no se mezclen con con nosotros.
Cuánta suerte tenemos, pensé, de que nos sonrían, de que esa gran desigualdad no les produzca rencor, no se convierta en agresividad y violencia. De que nuestra seguridad no se vea amenazada. Ellos solo quieren vivir mejor, como también lo queremos nosotros.
Él siguió su camino, sonriendo, intentando vender algo para sobrevivir de lo poco que le quede después de pagar el tributo a alguna de las mafias que también lo explotan. ¿Y yo?, seguí corriendo por la playa…
Javier Jiménez Olmos
7 de junio de 2014
El Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza organiza, el próximo lunes 9 de junio, la jornada “FRONTERAS EN EL SIGLO XXI: ¿OBSTÁCULOS O PUENTES? como homenaje al Catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Zaragoza, Ángel Chueca Sancho, fallecido el pasado año, quien se destacó por su incesante trabajo en favor de los derechos humanos.
Ver programa completo en http://www.seipaz.org/documentos/FronterasXXI-AChueca.pdf
Estimado Javier, perdona por no haber escrito antes , pero leerte es tan reconfortante! Al menos tienes la capacidad de hacer que veamos nuestras actuaciones como en un espejo. Si, si a los negritos les quitamos todo: coltan, diamantes, uranio etc. Les vendemos nuestras armas para que sigan haciendo las guerras que interesan a Occidente , y luego no les dejamos que vengan a turbar nuestras plácidas vidas con su presencia. Nos molesta que intenten vendernos sus «fruslerías » para intentar sobrevivir y como tu dices seguimos » corriendo» o andando sin apenas mirarles. Que pena, nos perdemos su sonrisa! Ya siento no poder ir al Seminario, pero tengo visita medica. Me habría gustado estar allí, habría valido la pena
Muchas gracias Toñi por tus comentarios que siempre me ayudan a seguir reflexionando sobre lo importante y lo accesorio en esta vida de tanta «carrera» inútil. Un abrazo