La coacción consiste en forzar por medio de la violencia, directa o indirecta, a actuar contra la voluntad propia. La coerción es impedir hacer algo mediante también mediante la violencia directa o indirecta. Es decir, tanto en la coacción como en la coerción se emplea la violencia organizada que causa daños físicos o aquella otra violencia  que no produce daños materiales o víctimas, pero sí que afecta a la economía, al funcionamiento de las infraestructuras, a las exportaciones e importaciones, a la sanidad o a la educación, como sucede en el caso de los embargos económicos.

Las grandes potencias, especialmente Estados Unidos y la extinta Unión Soviética, han usado habitualmente las medidas coactivas y coercitivas contra terceros Estados. Para tomar este tipo de medidas se necesita disponer de poder económico, tecnológico, financiero y militar. Muy pocos Estados en el mundo tienen esa capacidad. Por eso, la coacción y la coerción son prácticas casi exclusivas de Estados u organizaciones internacionales muy poderosas.

La medidas coactivas o coercitivas, como los embargos, contra un Estado no siempre van acompañadas de respeto a los derechos humanos y la legalidad internacional. Detrás de este tipo de violencia siempre hay intereses ocultos que usan como escudo protector la excusa humanitaria o la defensa de la democracia. Estas medidas suelen condicionar la vida de personas inocentes que viven en el Estados sobre las que se han impuesto.

La coacción y la coerción rara vez dan los resultados esperado. Estas operaciones de sometimiento suelen fortalecer a los regímenes a los que se les imponen. Los gobiernos con los que se pretende acabar suelen utilizar las imposiciones como amenaza para toda la población y consiguen el efecto de unidad y apoyo contra el agresor exterior. Este fenómeno se agudiza más cuando el régimen al que se sanciona es una dictadura que dispone de todo el aparato propagandístico a su favor.

Lo que se ha dado en llamar coacción o coerción diplomática también es empleada por las Naciones Unidas. Para este tipo de medidas es necesario la aprobación del Consejo de Seguridad, lo que sucede en contadas ocasiones dadas las divergencias de intereses entre sus miembros. Esto conduce a que determinados Estados u Organizaciones Internacionales subscriban medidas de imposición fuera del voto del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, lo que puede poner en duda la legalidad internacional de algunas de las sanciones.

Tanto para la coacción como para la coerción se pueden emplear medios militares o no según lo considere cada caso:

  1. Empleo de medios militares
  2. Disuasión
  3. Coacción (violenta, usando el poder militar)
  4. Bombardeos aéreos selectivos
  5. Guerra preventiva
  6. Empleo de medios no militares, sanciones económicas o de otro tipo
  7. Congelación de activos
  8. Embargos de exportaciones e importaciones
  9. Bloqueo aéreo, naval o terrestre
  10. Prohibición de viajar de dirigentes

El objetivo es quebrar la moral de los ciudadanos a través del deterioro de la economía. Se supone que los ciudadanos se rebelarán contra el gobierno responsable de que se les sancione. Sin embargo, como ya se ha mencionado, el efecto puede ser todo lo contrario y que los gobiernos dictatoriales refuercen su poder mediante el incremento de la represión.

Lo que sí es un hecho real es que las sanciones tienen graves consecuencias para la población del Estado sancionado. La carencia de suministros fundamentales como alimentos o medicinas, consecuencia de los embargos, puede ser letal para las poblaciones más desfavorecidas de esos Estados sancionados. Se calcula que durante las sanciones que se impusieron a Iraq tras la Primera Guerra del Golfo, causaron la muerte a cuarenta mil niños menores de cinco años y a no menos de cincuenta mil ancianos, como consecuencia de la falta de medicamentos adecuados.

Las sanciones provocan escasez de bienes y esto fomenta el mercado negro que solo favorece a las mafias que actúan. Mafias que algunos gobiernos fomentan o participan de ellas.

Los embargos ¿son medidas coercitivas que, en cierto modo, usan la misma estrategia que las organizaciones terroristas, es decir, desestabilizar al Gobierno de un Estado a través de atacar a víctimas inocentes?

Para que las intervenciones militares de coacción o coerción tengan éxito se necesitan una serie de condiciones:

  • Un objetivo bien definido
  • Una sanción con arreglo a la legalidad internacional
  • Un coste en destrucción o muertes los menor posible
  • Una proporcionalidad de los medios violentos utilizados para conseguir el fin
  • Unos medios adecuados al escenario en el que se desarrolla la intervención
  • Un apoyo popular tanto interno como externo

De acuerdo con la Comisión Internacional sobre la Intervención y la Soberanía Estatal (ICISS) : “Las sanciones no deben ser devastadoras para las poblaciones civiles pero lo deben ser para sus dirigentes” y se deben ajustar a los siguientes criterios (copiado del libro La guerra y la paz del profesor Charles-Phlipe Davis)

  • “Llevarse a cabo de acuerdo con la decisión de una autoridad competente en la materia, normalmente el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
  • – Promovidas para defender una causa justa, como contra una limpieza étnica o crímenes contra la humanidad.
  • – Respuesta a una amenaza inminente que implique una grave pérdida de vidas humanas.
  • – Conducción de las operaciones por una coalición multilateral acordada
  • – Último recurso para resolver cualquiera de las situaciones mencionadas anteriormente.
  • – Medios militares utilizados siempre proporcionales, de modo que no puedan causar daños mayores”.

¿Cumplen con los requisitos expuestos las sanciones impuestas por Estados Unidos a Cuba? ¿son violencia organizada? ¿son eficaces para conseguir la democracia en Cuba, son legales?

Javier Jiménez Olmos

16 de julio de 2021

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