La composición del nuevo Parlamento Europeo se decidirá en el mes de mayo de 2019. Estas elecciones serán las primeras en las que no estén representados los  británicos, como consecuencia del BREXIT. Además se podrá constatar si la extrema derecha populista crece del mismo modo que lo ha hecho a nivel nacional. Efectivamente, la extrema derecha ha avanzado en Europa desde el 2012.

Estos partidos, populistas de extrema derecha, han centrado su discurso contra la inmigración, los refugiados y el derecho de asilo, principalmente de personas procedentes del islam. Además, algunos de estos partidos proponen la salida de sus respectivos países de la UE. Es el caso del Frente Nacional en Francia y del UKIP en el Reino Unido (algo que ya ha conseguido al ser unos de los principales impulsores del BREXIT)

La UE afronta unos desafíos decisivos para su supervivencia como tal. El primero de ellos es de carácter estructural, una Europa que la crisis ha dejado sumida en grandes desigualdades, tanto dentro de los países como entre ellos mismos. Las políticas económicas impuestas desde Bruselas han causado enormes sacrificios para las clases más desfavorecidas, con pérdidas considerables de sus niveles de vida y asistencia social. El estado de Bienestar ha decaído en algunas regiones de la Europa de la UE, principalmente en el Sur, mientras que en otros no ha llegado a alcanzar unos mínimos aceptables, como ocurre en algunas de las recién incorporadas repúblicas que antes estaban dentro de la órbita soviética.

La política tampoco ha contribuido a poner en orden la convivencia dentro de la UE. No existe una política común, ni tan siquiera un modelo económico a seguir. No se ha concebido un plan político común para definir lo que quiere Europa. Sí, sí se ha conseguido una moneda única, también discutida desde muchas posiciones políticas, pero cada país va a su interés propio. El criticado America first de Donad Trump se lleva a cabo en cada uno de los países de la UE sin declararlo tan explícitamente, aunque algunos ya no lo disimulan, como es el caso de Italia con el gobierno de la Liga. La inmigración que huye de la pobreza y los refugiados que escapan de la guerra son otros grandes problemas a los que esta Europa en crisis se está enfrentando.

Todo ello ha propiciado que desde algunos sectores de la política se haya optado por la oferta de soluciones fáciles con un discurso sencillo, sin otros argumentos que el de la emotividad dirigida contra el diferente para calar en los sectores más descontentos de la población. Eso explica de algún modo el triunfo o crecimiento de partidos que defienden posiciones nacionalistas radicales contra la inmigración, como ha sucedido en Italia o en Alemania, que es el país que más personas ha acogido, donde se han incrementado los movimientos de corte ultraderechista contrarios a la inmigración, principalmente la procedente del islam.

El aumento de los votantes de extrema derecha en Países Bajos y Francia ha sido muy importante, aunque no han llegado al suficiente número para llegar al gobierno de sus respectivas naciones. En cambio, en Austria e Italia sí que la extrema derecha ha conseguido gobernar, como también lo han logrado en Hungría y Polonia. Para la UE sería un desafío tremendo que en países como Francia o Alemania los partidos ultranacionalistas llegaran al poder.

La UE tiene otro gran reto en lo que se refiere a su sistema de seguridad y defensa. Tradicionalmente los europeos han dejado su defensa en manos de la OTAN. No obstante, siempre ha habido una doble inquietud entre los aliados europeos. Por una parte, la dependencia casi absoluta de los Estados Unidos, país que aporta el mayor número de efectivos y contribuye con el mayor presupuesto. Por otra, y como consecuencia de la anterior, la OTAN se ha visto obligada a secundar la política exterior norteamericana, que no siempre ha estado acorde con los intereses europeos. La llegada de Trump a la Casa Blanca ha vuelto a despertar los mutuos recelos, de ahí que los lideres franceses y alemanes, Macron y Merkel, aboguen por la creación de un sistema europeo de defensa, con la creación de un ejército europeo.

Sin embargo, la mayor amenaza para la seguridad Europea proviene desde dentro. Algunos de los recientemente adheridos, como Hungría o Polonia han optado por derivas autoritarias poco acordes con el espíritu con el que se ha creado y ha crecido la organización europea. El BREXIT ha sido un tremendo golpe para la Unión, como lo es también los retos de los nuevos dirigentes italianos a la UE. La UE no es sólo una unión económica, es proyecto común para compartir valores democráticos de libertad y respeto de los derechos humanos. Si esto se pierde la UE sucumbirá.

Existe un cierto temor a una vuelta al pasado más tenebroso de la historia europea: el recuerdo del periodo entreguerras, con el auge de movimientos totalitarios, planea sobre Europa. La única esperanza proviene de que estos movimientos no tiene un gran soporte ideológico y político como lo tuvieron el siglo pasado. Pero conviene estar alerta, porque de no prevenir la expansión del extremismo, Europa puede entrar en una profunda crisis social que podría conducir a conflictos de consecuencias dramáticas.

Javier Jiménez Olmos

21 de enero de 2018

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