Mientras se celebran unos días festivos, el puente de la Inmaculada, preludio de las fiestas navideñas, alegría  para millones de personas que pueden disfrutar de una buena vida en todos los sentidos; mientras las calles se iluminan de luces que nos recuerdan donde se encuentran las principales zonas comerciales;  mientras la mayoría se preparan para la próxima vorágine consumista; mientras la calefacción funcione y no falte la extra… miles de personas, millones, siguen sufriendo persecución, tortura, exilio, explotación, esclavitud. Siguen siendo víctimas de la xenofobia, el racismo y la exclusión porque son diferentes en nacionalidad, raza, etnia, religión o cultura. images

Mientras los poderosos discuten sobre los graves peligros que amenazan a la humanidad, unos desheredados sólo perciben la amenaza de no poder alimentarse cada día, de no tener sus necesidades básicas cubiertas. Mientras los primeros se arman para defenderse contra esas amenazas, esos desesperados en busca de una vida mejor se arman de valor y se suben a una patera les lleve a un paraíso soñado a través de un mar desconocido. Lo hacen para encontrar una seguridad humana que les proporcione dignidad, derechos, bienestar y libertad.

De nuevo la terrible noticia de más personas que intentando encontrar una vida mejor han sucumbido en las ahora frías aguas mediterráneas. Otros 28 desaparecidos (seguramente muertos), algunos de ellos niños, niños que sus madres han visto ahogarse y desaparecer para siempre. En esas mismas aguas donde se disfruta en verano, en las que lujosos yates navegan a diario, en las que la mayoría se baña y en cuyas playas los niños hacen castillos de arena.

Hoy las aguas del Mediterráneo han recordado que la vida es muy dura para millones de personas. Que hay un grave problema ante el que no se puede ser indiferente, que se debe resolver mediante al análisis de sus causas, poniendo soluciones a los factores que conducen a esas personas a jugarse la vida en una patera o a saltar vallas con cuchillas. Hay que trabajar por encontrar soluciones que no sean las de poner obstáculos a los que quieren encontrar una vida mejor.images (1)

No son suficientes las vallas amuralladas, rematadas con alambre de espino, para detener un éxodo provocado por tanta miseria e indignidad. La fuerza de esas personas, que se lanza a la aventura para recorrer el desierto, para lanzase al mar, para someterse a las humillaciones de los traficantes y luego de las leyes de los países receptores, la fuerza  es tan grande que sólo la naturaleza o las balas pueden detenerles.

Su “locura” no se puede comprender desde el egoísmo, la acomodación, desde el bienestar, desde la sociedad del despilfarro y la opulencia. Por ello se les desprecia, se les trata como seres inferiores, como animales tantas veces. ¿Qué sucedería si 28 personas de los “nuestros”, entre ellas algunos niños, que navegaran en un barco de recreo, perecieran ahogadas en el mar? ¿Cuántas páginas de periódicos se llenarían? ¿Cuántos programas de televisión se realizarían? ¿Cuántos funerales con “reyes y obispos” y otras autoridades asistiendo?

Pero para estos «desgraciados», con un poco de suerte, habrá pomposas declaraciones de buenas intenciones, de apoyo a las víctimas, de solidaridad con las familias. Pero las leyes seguirán implacables, las fronteras continuarán llenas de “cuchillas”. Sin embargo, los supervivientes serán internados y luego devueltos, ¿a dónde? Y sufrirán el desprecio de fanáticos xenófobos y racistas, la indiferencia de otros muchos y la aplicación de las leyes que “democráticamente” se han elaborado.1325020160029ciesdn

Son las desgracias de unos  pobres “negros” a la que las conciencias se han acostumbrado, unas muertes a las que se dedican unos pocos minutos de telediario o algunas líneas momentáneas, quizás algún artículo de ilustre pluma. Pero poco más. Algunas ONG,s llenas de buena voluntad se manifestarán contra las políticas que conducen a esta y otras tragedias, y continuarán ayudando a esos seres a paliar su sufrimiento.

Otros escribirán donde pueden para manifestar su rabia, su impotencia y su desprecio contra una sociedad que permite que unas madres puedan perder a sus niños en el mar por buscar una vida mejor. Sentirán desprecio de sí mismos por compartir la calificación de persona con los que han muerto en el mar, por no rebelarse contra un sistema que consiente y propicia tanta desigualdad e injusticia.

Javier Jiménez Olmos

7 de diciembre de 2014

Para completar ver en este mismo blog:

FRONTERAS EN EL SIGLO XXI: ¿OBSTÁCULOS O PUENTES?

http://jjolmos.wordpress.com/2014/06/07/fronteras-en-el-siglo-xxi-obstaculos-o-puentes/

LOS MUROS DE LA VERGÜENZA

http://jjolmos.wordpress.com/2014/02/07/los-muros-de-la-verguenza/

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