Navidad enfrascados en discusiones partidistas sectarias que conducen a polarizar la sociedad y no resuelven los problemas. Ahora tenemos uno inmediato, tremendo y trágico: la pandemia. Y tenemos otro que cada día nos desborda: la subida del precio de la luz. Tenemos muchos más, pero estos dos problemas son tan evidentes, tan incesantes, que tanto nos afectan a todos que parece increíble que no seamos capaces de resolverlos. A medio y largo plazo tenemos otro gran problema, otro gran desafío: el cambio climático. Tampoco se ve que lo intentemos atajar con contundencia.

Abocados al desastre (ojalá me equivoque) por incompetencia de los gobernantes, a los que en los países democráticos elegimos, y también por la irresponsabilidad de parte de los ciudadanos. La no solución de los graves problemas mencionados y otros derivados de los anteriores, como la creciente desigualdad y la pobreza, están conduciendo a un descontento social y a la consiguiente desconfianza en las instituciones democráticas. ¿Quiénes aprovecharán este desánimo social? Es conveniente repasar la historia para comprobar qué tipo de soluciones ofrecen los “salvadores” del momento.

Se ha comprobado durante este periodo de crisis sanitaria y económica que algunos líderes políticos han optado por soluciones complacientes con los deseos de una parte de la ciudadanía y ciertos intereses económicos. Medidas cortoplacistas que se comprueban ineficaces para acabar con la pandemia. En el caso del precio de la luz, todo lo contrario, no tomar medida alguna para satisfacer los beneficios de aquellos que tienen un inmenso poder y, o los protegen (me refiero a los gobernantes) o les tienen miedo (también me refiero a algunos gobernantes) no vaya a ser que se les pongan en contra y les quiten del puesto.

No importa que la ciencia muestre las evidencias del cambio climático y la pandemia para que los gobernantes acobardados (por no perder votos y su puesto) o cómplices (con intereses ajenos al bien común) sigan sin actuar. No importa que las subidas de precios, como el de la luz, ahogué las economías más domésticas y provoque más desigualdad y pobreza. No sé si son, si somos conscientes, de que los desequilibrios sociales, el descontento, la frustración y la falta de credibilidad en las instituciones (incluyo a la Justicia) son causas de conflictos sociales. De nuevo me remito la historia reciente de la humanidad.

¡Feliz Navidad! y a ser felices (si nos dejan)

Javier Jiménez Olmos

20 de diciembre de 2021

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