El próximo mes de junio se celebrará en Madrid la cumbre de la OTAN donde se definirá el nuevo concepto estratégico de la Alianza. Será una magnífica oportunidad para darle un nuevo sentido a esta Organización, si es que tiene algún sentido en el siglo XXI.

LA CREACIÓN DE LA OTAN

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se creó mediante el Tratado de Washington de 1949. Su objetivo era combatir la amenaza militar que suponía las pretensiones soviéticas de expandir el comunismo en Europa Occidental. Una amenaza tan poderosa que condujo a la redacción del artículo V en el que se hace alusión a la defensa colectiva (todos contra el agresor). Además el artículo VI describe que la zona geográfica de actuación comprende el Atlántico Norte, que no es otra que la parte occidental de Europa y Norteamérica. El preámbulo del Tratado es bien claro en cuanto la defensa de unos valores que se consideraban antagonistas del sistema de que la Organización Atlántica pretendía defenderse, a saber: democracia, libertad individual y Estado de derecho.

Los 12 primeros firmantes del Tratado fueron: Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Bélgica, Dinamarca, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos y Portugal. Grecia y Turquía se incorporaron en 1952, y Alemania Federal (Occidental) en 1955. España lo hizo en 1982, aunque el referéndum de aprobación de dicha entrada se celebró en 1986.

La Alianza Atlántica se organiza al amparo de los Estados Unidos (EE. UU.), que desde el principio imponen sus reglas y sus formas de actuación, porque su inmenso poderío económico y militar no admite discusión en el bloque occidental. La Alianza se concibió como una organización militar para responder a una amenaza similar procedente del bloque comunista. Aunque es de resaltar que ese bloque no se organizó militarmente como alianza hasta el 14 de mayo de 1955 cuando la Unión Soviética (URSS) firmó con otros siete países de su órbita el Pacto de Varsovia, en el que la URSS ejercería mando y control de modo similar al de EE. UU. en la OTAN.

EL CONCEPTO ESTRATÉGICO DE OTAN

Desde su creación la OTAN se ha dotado de un marco de referencia para definir sus intereses, los objetivos a alcanzar y los medios para conseguirlos. Ese marco es el concepto estratégico con el que se trata de evaluar la situación, definir unos objetivos, dotar de unas capacidades militares, diseñar el modo de emplearlas y establecer unas prioridades.

El concepto estratégico de 1950 destacaba “la represalia masiva” como método de respuesta a cualquier ataque soviético. Lo que no quería decir otra cosa que el empleo de todos los medios militares, armas nucleares incluidas, para contrarrestar al enemigo. Eran los tiempos más duros de la Guerra Fría en el que ambos bandos estaban dispuestos a destruirse mutuamente antes de que venciera el otro. En 1967 se suavizó el concepto pasando a denominarse de “respuesta flexible”. Hacía pocos años, durante la crisis de los misiles de Cuba, que se había estado al borde de la guerra nuclear. Un poco de cordura provocado por el pánico a una hecatombe mundial dio paso a una etapa de distensión que también se tradujo en una reducción del lenguaje militarista agresivo. La respuesta flexible consistía en responder con arreglo a la magnitud del ataque en aquellos lugares donde hubiera tenido lugar.

Cuando desaparece la Unión Soviética en 1991, la OTAN se queda sin anti referencia y comienza una etapa a la búsqueda de sentido a una organización desfasada por los acontecimientos. A partir de ese año, los conceptos estratégicos, que hasta entonces eran máximo secreto, comienzan a hacerse públicos. Se trataba de transmitir a las opiniones públicas que la OTAN era una organización defensora de la paz y de los derechos humanos en el mundo y que a esos menesteres se dedicaría en el futuro.

Así en los conceptos estratégicos de 1991 y 1999 la OTAN hacia referencia en esos documentos a las funciones de seguridad internacional, la gestión de crisis, la prevención de conflictos, el mantenimiento de la paz, el diálogo y la ampliación a algunos de los antiguos miembros del Pacto de Varsovia ya desaparecido. La OTAN comienza una transformación de su estructura para acomodarse a otro tipo de misiones diferentes de aquellas relacionadas con el enfrentamiento directo de poderosos ejércitos convencionales y de los ataques nucleares.

El concepto estratégico vigente se aprobó en la Cumbre de Lisboa el 19 de noviembre de 2010, con la denominación de Compromiso Activo, Defensa Moderna. En este documento se fijaron las tres líneas fundamentales:

  • La defensa colectiva
  • La gestión de crisis
  • La seguridad cooperativa
Concepto estratégico nºDenominación (en inglés)Fecha promulgaciónConcepto fundamental
  1The Strategic Concept for the Defence of the North Atlantic Area  Enero 1950  Disuasión frente a la URSS
  2The Strategic Concept for the Defence of the North Atlantic Area  Diciembre 1952Generación de fuerzas Guerra de Corea
  3Overall Strategic Concept for the defence of the NATO Area  Mayo 1957  Respuesta Masiva
  4Overall Strategic Concept for the defence of the NATO Area  Enero 1968 Respuesta Flexible
5The Alliance´s Strategic Concept Noviembre 1991 Final de la Guerra Fría
6The Alliance´s Strategic Concept Abril 1999 Ampliación
  7Strategic Concept for the Defence and Securityof the members of NATO. Active Engagement, Modern Defence Noviembre 2010  Guerra Afganistán. Nuevas Amenazas

INTERVENCIONES MILITARES DE LA OTAN

A pesar de toda la estructura, los desafíos y las amenazas la OTAN no participó en operación militar real alguna hasta 1994. Entonces no lo hizo contra el temible enemigo soviético. El 5 de febrero de 1994 una granada de mortero cayó sobre un mercado de Sarajevo durante los enfrentamientos serbo-bosnios de la guerra de los Balcanes. Aunque de procedencia todavía no aclarada, se encontró la excusa para el intervencionismo humanitario. La OTAN, a través de la presión norteamericana, lanzó un ultimátum contra los serbios que asediaban Sarajevo. Los serbios no levantaron el cerco e iniciaron ataques contra la ciudad de Gorazde, situada en Bosnia Oriental. El 10 y 11 de abril de 1994 la OTAN actúa por primera vez en su historia con un bombardeo sobre posiciones serbo-bosnias. Estos bombardeos no consiguieron detener la ofensiva de las tropas terrestres serbo-bosnias. Más aún, esos días las tropas serbo-bosnias tomaron 150 soldados de la ONU como escudos humanos con el fin de evitar los bombardeos de la OTAN sobre sus posiciones.

El 16 de abril la OTAN sufre el primer derribo de uno de sus aviones, un Sea Harrier británico. La primera intervención de la OTAN tuvo lugar fuera de su área, sin autorización de las Naciones Unidas y con resultados militares escasos, además de producir algunas disensiones en el eje Washington-París-Londres. De nuevo en los Balcanes, la OTAN intervino en mayo de 1995 para apoyar a los croatas en la toma de Krajina con ataques aéreos y guerra electrónica sobre las posiciones serbias.

Pero sin duda, la más controvertida acción de la OTAN tuvo lugar en Kosovo durante la primavera de 1999. En enero de 1999 mueren asesinados 45 albaneses como consecuencia de la escalada de violencia entre serbios y albano-kosovares. De nuevo se invocará la injerencia humanitaria de la OTAN. Aunque la autoría del atentado no es aclarada, la Alianza tomó partido contra régimen del serbio Slobodan Milosevic. El 24 de marzo de 1999 iniciaron una campaña de bombardeos contra posiciones serbias con el pretexto de evitar la limpieza étnica serbia contra los kosovares. Las acciones militares comenzaron en medio de una gran polémica internacional y sin resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que las avalara.

La OTAN utilizó su arsenal de armas “inteligentes”, armas con sistemas de guiado que pueden alcanzar los objetivos sin causar daños colaterales. La propaganda de la “guerra quirúrgica limpia” en un intento de demostrar que, mediante ataques selectivos, con bombas inteligentes, con marcadores laser y guiados por satélite no se producirían víctimas civiles, una forma de justificar el “intervencionismo humanitario”. Los norteamericanos emplearon sus aviones sin someterse a la cadena de mando OTAN, formaron sus propias células de inteligencia y ataque, no pusieron en conocimiento de otros altos mandos de la Organización Atlántica en puesto de relevancia ni sus objetivos ni los resultados de los ataques. Algunos de los bombarderos, como los B-2 operaban directamente desde sus bases en los Estados Unidos.

La campaña de bombardeos duró más de lo previsto, hasta el 11 de junio, y no fue tan limpia como la propaganda OTAN presentó a la opinión pública. Los bombardeos no fueron tan eficaces, y a medida que pasaban los días se improvisaban objetivos y se observaba cansancio de tripulaciones y operadores en tierra, lo que indudablemente provocaba más fallos, algunos con víctimas inocentes. La OTAN reportó haber causado importantes daños materiales al ejército serbio. Posteriormente se comprobó que los daños habían sido muy limitados debido a las técnicas de camuflaje empleadas por los serbios.

Se provocó un desastre humanitario por el número de refugiados kosovares que huyeron hacia el sur, a la vecina Macedonia, mientras que los serbios lo hacían hacia el norte. Se puso en peligro la estabilidad de la región. Los rusos mostraron su desacuerdo, aunque en plena guerra chechena no hicieron demasiado ruido para ocultar sus propias vulneraciones de los derechos humanos allí. En la vecina Bulgaria hubo manifestaciones contra los ataques, algunos sindicatos griegos intentaron boicotear la descarga de apoyo logístico para la OTAN en la ciudad griega de Tesalónica.

Los bombardeos fueron interpretados por un parte de la opinión pública europea como un intento de supervivencia de una Alianza que había perdido su sentido. Fueron los gobiernos europeos, los que consintieron la campaña aérea, aunque ninguno consultó a sus parlamentos. Tampoco el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas avaló la intervención con alguna resolución al efecto. Los bombardeos no consiguieron tampoco evitar la represión posterior de la población albano-kosovar contra la minoría serbia que se vio obligada a abandonar Kosovo. Lo más grave ha sido el resultado a medio plazo con la desmembración de un Estado soberano. La resolución de la ONU 1244, que autorizaba una presencia internacional que administraría el territorio kosovar a fin de que los habitantes pudieran gozar de autonomía dentro de la República Federativa de Yugoslavia. Tampoco se respetaron los acuerdos por los cuales se realizó el alto el fuego y la retirada de las tropas serbias de Kosovo, que nunca contemplo la creación de un Estado soberano. Sin duda la OTAN, a través de su líder indiscutible, con la gran base norteamericana de Camp Bondsteel, instalada después de la intervención de 1999, ha sido decisiva para esa independencia.

Los atentados del 11 de septiembre marcaron un nuevo rumbo para la OTAN. Al acabar la Guerra Fría a la búsqueda de ese enemigo que justificara tanto poder militar, habían comenzado mirar hacia el Sur del Mediterráneo. Las teorías del choque de civilizaciones fueron argumento para pronosticar que los futuros enfrentamientos tendrían lugar con otras civilizaciones, muy en especial la musulmana. El 11-S fue el detonante y la justificación ideal para encontrar por fin un nuevo enemigo al que combatir.

La Alianza invocó el artículo V para invadir Afganistán. Los atentados fueron considerados casus belli y al OTAN optó por la estrategia de su líder: “la guerra al terror”, cuyos resultados son más que discutibles. A pesar de las voces oficiales los hechos demuestran el fracaso de la Alianza en la intervención en Afganistán. La última gran intervención militar de la OTAN fue en Libia, cuyos resultados son también puestos en tela de juicio a la vista del caos que sacude ese país desde el derrocamiento de Gadafi con motivo de la intervención de la OTAN

Ya en noviembre de 2002, durante la Cumbre de Praga, en un documento denominado “Compromiso de Capacidades de Praga”, la OTAN reconoció su falta de adaptación militar a los nuevos tiempos e instó a los aliados a tomar medidas para resolver esta deficiencia. Sin embargo, las opiniones públicas occidentales no estaban por incrementar los gastos imitares con lo que se bloquearon algunas de las medidas para resolver las deficiencias observadas.

Durante el 2003, con motivo de los preparativos y posterior invasión de Iraq, afloraron nuevas desavenencias entre los miembros de la Alianza. Turquía negó el uso de su territorio y espacio aéreo a las fuerzas norteamericanas invasoras de Iraq. España apoyó la invasión, aunque posteriormente, con el cambio de gobierno en marzo de 2004, retiró las tropas que había enviado en apoyo de las fuerzas ocupantes. La OTAN como tal no intervino en la invasión que fue llevada a cabo por las fuerzas armadas estadounidenses con el apoyo de sus incondicionales aliados británicos. Mientras tanto en Afganistán convivían dos operaciones aparentemente diferentes, pero ambas comandas por los norteamericanos. La suya propia Enduring Freedom y la ISAF de la OTAN.

LA AMPLIACIÓN DE LA OTAN

Un aspecto a tener en cuenta, al margen de las intervenciones militares mencionadas, ha sido la ampliación a antiguos países de la órbita soviética. Así se han incorporado Polonia, República Checa en 1999; en años posteriores Estonia, Letonia, Lituania, Eslovaquia, Eslovenia, Rumanía y Bulgaria, Croacia, Albania Montenegro y Macedonia del Norte Aunque la Guerra Fría había terminado, Rusia es una potencia demasiado poderosa como para dejarla expandirse. El enemigo comunista había desaparecido y ahora se necesitaba ampliar mercados y la zona de influencia geoestratégica.

La ampliación no ha estado exenta de discusión desde el punto de vista de la seguridad en Europa. Ahora está muy viva esa discusión con motivo de la crisis que ha provocado el despliegue de fuerzas militares rusas en las fronteras de Ucrania.

Cabe preguntarse si estas ampliaciones han proporcionado más seguridad a Europa o si por el contrario han sido consideradas como una provocación, más aún como una humillación para la heredera rusa del imperio soviético. Desde el punto de vista puramente militar la aportación de fuerzas de los países incorporados es poco o escasamente significativa, aunque en la dinámica de la guerra fría los norteamericanos han considerado una batalla ganada sin disparar un solo tiro.

Independientemente de la personalidad y la forma de ejercer el poder de Vladimir Putin, habría que considerar que ninguna nación considera aceptable que terceras potencias se instalen en sus fronteras con fuerzas militares. Por eso, ampliar la OTAN a Ucrania y Georgia, no digamos Bielorrusia en considerado una afrenta y una amenaza a la seguridad por parte de Rusia y hay que encontrar soluciones al conflicto fronterizo de Ucrania mediante el diálogo

OTAN A LA BÚSQUEDA DE SENTIDO

Desde la desaparición de la Unión Soviética, la OTAN está tratando de encontrar una razón de ser, su estructura y sus objetivos han ido careciendo del sentido que causó su creación. La OTAN ha pasado de una organización de defensiva a una organización de seguridad. El concepto estratégico de 1991 introdujo nuevas misiones como la gestión de crisis y la prevención de conflictos. El de 1999 amplió el área de actuación al considerar que cualquier amenaza proveniente espacios geográficos fuera de los contemplados en la zona euroatlántica pueden ser considerados también motivo de intervención de la Alianza. En el 2010 se optó por ampliar sus funciones a la de gestión de crisis.

Parece que a lo largo de la historia de la OTAN ha habido disensiones entre sus miembros, sobre todo en lo que se refiere a las llamadas intervenciones humanitarias (Bosnia, Kosovo, Libia) o en la guerra contra el terrorismo (Afganistán). Los Estados Unidos siempre han tenido la última palabra de tal modo que la OTAN ha intervenido cuando ellos han querido y donde sus intereses eran prioritarios. El resto de los miembros se han limitado a seguirles o tímidamente disentir si ha sido el caso. Las recientes incorporaciones de países provenientes del antiguo bloque soviético han sido los más dóciles a la hora de aprobar las decisiones estadounidenses.

Las fuerzas armadas norteamericanas no necesitan el apoyo militar del resto de los aliados, sí que necesitan el apoyo político para legitimar sus acciones, sobre todo cuando no gozan del respaldo del Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas. Sus fuerzas armadas actúan bajo bandera de la OTAN cuando políticamente les convienen, aunque la mayoría de las veces al margen de su cadena de mando. Cadena que, por otra parte, está en manos de altos mandos norteamericanos en su estructura y sobre todo a la hora de intervenciones operativas. Hasta tal punto de que en algunas operaciones militares prefieren actuar en solitario o como mucho con la colaboración de los británicos.

La OTAN cumplió su misión de frenar la expansión comunista, e incluso dentro de algunos países de su entorno. Se debe recordar la fuerte implantación de partidos comunistas en Italia, Francia y Grecia durante la primera parte de la Guerra Fría. También ha sido capaz de evitar confrontaciones graves entre algunos de sus miembros como Grecia y Turquía, que han tenido serios incidentes; es más que probable que de no haber Estado integrados en esta organización hubieran adquirido proporciones poco deseables para la paz en Europa. No se puede evitar cierta ironía al decir que el mayor logro de la OTAN ha sido conseguir que enemigos tradicionales europeos durante siglos, que han tenido guerras entre ellos con millones de muertos, como Francia, Alemania y Reino Unido, haya podido convivir unidos y en paz durante más de medio siglo, algo sin precedente en la historia de la civilizada Europa.

EL FUTURO DE LA OTAN. EL NUEVO CONCEPTO ESTRATÉGICO A DEFINIR

El próximo mes de junio se celebrará en Madrid la cumbre de la OTAN donde se definirá el nuevo concepto estratégico de la Alianza. Será una magnífica oportunidad para darle un nuevo sentido a esta organización, si es que tiene algún sentido esta Alianza en el siglo XXI.

La OTAN es producto de un sistema de seguridad basado en los tiempos de la guerra fría, entre dos modelos diferentes de concebir la política y la economía. Sin embargo, esos dos modelos, el capitalista y el soviético sí que coincidían en el modo militarista de concebir la seguridad propia y la de sus respectivos bloques aliados. Con la desaparición del bloque soviético la OTAN se encontró pérdida, y comenzó una búsqueda de sentido a una organización que había nacido para la defensa del enemigo comunista soviético representado por la URSS. Cuando se consideró que el enemigo ya no era tal, o no tenía la suficiente fuerza, se buscaron otras formas de proseguir la actividad militar. El terrorismo del 11 de septiembre de 2001 fue la excusa para iniciar una guerra al terror en la que Estados Unidos implicó a la OTAN. Se ha podido comprobar el fracaso de la invasión de Afganistán.

Los norteamericanos, patrones indiscutibles de la OTAN, no consiguieron involucrar a la Alianza en la invasión de Irak, como tampoco consiguieron todo el apoyo necesario para intervenir en Libia contra el régimen de Gadafi. Ahora, con la crisis de Ucrania los norteamericanos vuelven a la carga militarista, con el apoyo de sus incondicionales aliados británicos. Europa puede verse arrastrada a un conflicto de dimensiones imprevisibles por las decisiones del gobierno estadounidense en un conflicto que afecta al corazón de Europa.

El futuro de la OTAN debe estar vinculado a la seguridad europea, y en ese sentido son los europeos los que tienen que tomar la iniciativa. En estos momentos las decisiones sobre la seguridad europea se toman en Washington que discute directamente con Moscú. Estados Unidos ha reaccionado, ante las provocaciones de la Rusia de Putin, como en los tiempos de la guerra fría, con respuesta militar.

Los europeos que pertenecen a la OTAN tienen que establecer un concepto estratégico mediante el cual se considere a Rusia, e incluso China, como socios económicos con los que se establezcan relaciones de seguridad basadas en la confianza. La estrategia con Rusia, muy especialmente, dada su vecindad y la dependencia energética de sus recursos gasísticos de los europeos, deberá ser de amistad y cooperación. De no entrar en provocaciones innecesarias, de no fomentar las actitudes militaristas, de reconocer el derecho a sentirse seguro de cada una de las partes, lo que implica no establecer despliegues militares o ampliaciones de seguridad en las áreas fronterizas.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, unos visionarios europeos, de naciones que se habían enfrentado durante siglos con guerras terribles, se dieron cuenta que la paz era el único camino y así decidieron cooperar en vez de luchar, fue el comienzo de la Unión Europea. La OTAN, con el impulso europeo, puede ser una organización de seguridad en la que su concepción estratégica sea dirigida hacia la cooperación. Para ello deben distanciarse de las políticas tradicionales basadas en la disuasión militar exclusivamente.

La próxima cumbre se celebra en Madrid, la capital de un Estado cuyos ciudadanos se han manifestado claramente en favor de soluciones dialogadas y pacíficas para solucionar los conflictos. España, ha respetado sus compromisos con los aliados, y espera que estos también cumplan con los suyos cuando España lo requiera. No obstante, como país europeo debe llevar propuestas para un concepto estratégico que priorice las buenas relaciones de vecindad, tanto por el norte como por el sur. La paz debe ser la principal prioridad.

Javier Jiménez Olmos

3 de febrero de 2022

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