Se aproximan las elecciones, comienza el festival de inauguraciones, pagas de extraordinarias atrasadas, promesas, críticas a los oponentes políticos, paseos por calles y mercados para saludar a los ciudadanos, apariciones continuas en los medios de comunicación, sonrisas, abrazos y besos a niños. Mítines y banderitas de colores al gusto con música identificativa. La locura electoral, la simulación del acercamiento al pueblo que asiste a la función como mero espectador.
Y mientras tanto, ¿quién soluciona mis problemas? esos de la vida cotidiana, esos que me producen bienestar. ¿Quién atiende mis peticiones? ¿Quién tiene tan siquiera la atención –o educación- de responderlas cuando las hago por conducto formal? ¿Quién me recibe si solicito una audiencia para exponer mis quejas o aportar mis soluciones?
Esos que ahora tanto se prodigan, que parecen tan cercanos, y que te estrechan su mano por la calle, esos que te ofrecen el paraíso si les votas, esos luego se olvidan. Una vez elegidos se protegen en su búnker político burocrático, y te consideran sospechoso si alguna vez intentas reclamar, protestar o incluso aportar soluciones –creo que eso es lo que menos les gusta, no vaya a ser que les quites el puesto- Ahora comienza la función que acaba pronto, con la impotencia de mi voto.
De nuevo otra campaña electoral, ¿para qué? Nos descubrirán algo nuevo o se dedicarán a “tirarse los trastos” unos a otros como hacen habitualmente. Bastaría con que nos explicarían si hay alguna variación con respecto al programa anterior, el de tan sólo hace unos meses, lo que evidentemente no supondría más de media hora o, quizás cinco minutos, o tal vez nada si no hay variación alguna. Una pérdida de tiempo y de dinero, de dinero de todos. Otra vez la pesadez de las frases repetitivas de los discursos populistas, de las promesas inviables, de las mentiras premeditadas.
De nuevo los vídeos absurdos realizados para convencer ¿a quién? ¿de qué? Otra vez a considerarnos estúpidos sin criterio con sus propagandas engañosas en los televisores, en las radios y en los buzones. Más debates televisivos ¿De verdad sirven para algo esos debates o son sólo puro espectáculo televisivo?Pena, me da mucha pena, porque según los expertos en marketing político toda esa parafernalia electoral influye en los votantes. ¡Qué pena! Si todos tenemos memoria para juzgar lo que han hecho, capacidad de razonar para analizar la viabilidad de las promesas y sabemos leer para estudiar los programas electorales, nos sobra todo este circo electoralista, caso contrario ¿para qué nos sirven nuestras facultades intelectuales?
¡Por favor no quiero propaganda electoral, quiero propuestas argumentadas!
Javier Jiménez Olmos
6 de junio de 2016
Aportar soluciones, esa es la clave. Los incapaces de resolver problemas no admiten sugerencias. Y desgraciadamente pocas veces se busca en política a los capaces de resolver. Yo también me canso de tanta campaña que hace años hubiéramos llamado despectivamente a lo americano. Paz
¡No pides nada! Javier
Todos estamos de acuerdo con la idea de Javier.
Pero nos siguen bombardeando con aparentes estupideces emocionales como si no solo nosotros sino también «ellos» padeciésemos una tara mental grave.
Me temo que va a ser que sí. Que no estamos muy bien de la cabeza.
Unos pocos datos.
La palabra Democracia tiene 650 definiciones registradas. Es decir hace mucho que es un Significante Vacío que cualquiera rellena con su ocurrencia. Se ha sacralizado y no resiste ser definida.
El libro de cabecera de los políticos Occidentales es desde hace tiempo «The Political Brain» del Neurólogo, Psiquiatra y miembro del partido Demócrata USA, Drew Westen. Es un libro que explica cómo manipular subliminalmente los cerebros del votante medio. Una Industria muy Importante.
En 28 países de Europa (Eurostat) los ciudadanos Suspenden al Sistema Político (3.5 sobre 10) y al Sistema Legal (4.6 sobre 10).
Hay muchas más señales ominosas por no hablar de que hace mucho que el sistema va empobreciendo al 99.5% de la población, que destruir y expropiar al 0.5% restante no resolvería nada y que la clase media se reduce a ojos vista desde los años 70 (Elizabeth Warren, Harvard).
Parece que hemos llegado a un punto en el cual hace falta algo nuevo. No las viejas alternativas que son aún peores.
Hace falta especie de Nueva Ilustración porque a aquella se le ha terminado el recorrido y tiene ya demasiados achaques y algún tumor que otro.
Saludos y gracias
Hola, Javier. Ya lo estaba pero debí marcar de nuevo el cuadradito.
Un abrazo
Ramón
Uffffffffff ¡¡¡GRACIAS!!!!!!!!! Gracias también a los comentaristas!!!! Ramón E. ¡¡Hace años que en clases de ¡física! expliqué lo que comentas de Drew Westen «un libro que explica cómo manipular subliminalmente los cerebros del votante».!!!
Hola, Isabel: Acabo de ver tu comentario.
Tienes razón, es un secreto bien guardado. No se prodigan en explicarlo ni los profesionales ni los medios de información.
Algunos de los tratadistas históricos apenas están traducidos y cada vez se habla menos de ellos.
Un saludo a todos.