
La invasión ilegítima y contra los derechos humanos de Ucrania nos hace reflexionar sobre la guerra, sobre aquellos líderes nacionales y sobre las ideologías que los sustentan. La guerra provocada por la invasión de Ucrania nos despierta y pone en alerta sobre el mundo en el que vivimos. El corazón de Europa convulsionado por una agresión militar del régimen de Putin, un conflicto que podría seguramente haberse evitado de no existir una creciente militarización de las relaciones internacionales. Putin es la ejemplificación de la imposición de “sus razones” mediante la guerra. Desgraciadamente, los putines son una constante histórica.
La guerra es una violencia aceptada como natural desde que se tiene conciencia histórica. La guerra es una completa locura que provoca desastres en todos los ámbitos del ser humano y de su entorno. No solo destruye vidas, sino que la destrucción afecta a la propia naturaleza conforme el empleo de armas más contaminantes proliferan en los ejércitos modernos, es el caso paradigmático del arma nuclear.
Clausewitz[1] argumentó que la guerra era “un acto de violencia cuyo objetivo es forzar al adversario a ejecutar nuestra voluntad” y la definió con la conocida expresión: “la guerra es simplemente la continuación de la política por otros medios”. La definición lleva intrínseca la aceptación de la guerra como forma de conseguir fines políticos, y de ese modo justificar el empleo de toda la violencia disponible para doblegar al enemigo. No importa la magnitud de la tragedia humana para los defensores de la guerra como consustancial a la resolución de conflictos. Con la guerra, la política continúa por otros medios, naturalmente la política de unas élites que suelen disfrazar de patriotismo, honor y justas reivindicaciones nacionales, lo que en realidad son intereses particulares. Esas élites, casi nunca pierden, la guerra es para ellos un gran negocio, por eso les gusta la definición de Clausewitz, su negocio continúa por otros medios cuando la política les impide hacerlo de un modo no violento.
La guerra es una locura colectiva a la que la mayoría de las personas se ven abocadas involuntariamente y otras abducidas para creer que merece la pena morir por unos ideales o intereses que no se sabe bien si son los suyos propios. La guerra es una gran mentira embaucadora de gentes que solo quieren llevar una vida digna, con libertad y bienestar.
Otro grave problema de la guerra es que no desarrolla sociedades pacíficas. La Gran Guerra condujo a la Segunda Guerra Mundial, y tras esta las guerras indirectas en la llamada “guerra fría” no cesaron (Corea, Vietnam). La carrera de armamentos, con el gran desarrollo de las armas nucleares son la muestra de las intenciones poco pacíficas de una parte de los Estados, muy especialmente las grandes potencias militares. Las organizaciones militares como la OTAN y el Pacto de Varsovia (ya desaparecido, ahora el régimen de Putin quiere, de algún modo, revivir este Pacto) fueron otra muestra de que la violencia no desaparecía, sino que se incrementaba.
Las grandes potencias intervienen militarmente en todos los lugares donde sus intereses lo reclaman. Es la geopolítica la que domina el intervencionismo militar y no el humanitarismo como pretenden hacer ver a las opiniones públicas interiores y exteriores. No obstante, esas intervenciones no siempre resultan ventajosas, es lo que ha sucedido con las invasiones de Afganistán o Irak, por citar dos ejemplos recientes de fracasos norteamericanos y soviéticos (la URSS invadió Afganistán en 1979 y lo tuvo que abandonar tras un gran fracaso militar diez años después).
¿Cuándo una causa justifica una respuesta violenta?
La guerra necesita de ideología para justificar la violencia: defensa de la patria, misión civilizadora, justicia social, religión, defensa del territorio y finalmente la guerra justa. El nacionalismo es uno de los elementos que más éxito tiene a la hora de movilizar a las gentes para iniciar una guerra.
No obstante, hay quienes defienden que una guerra puede ser justa y que merece la pena en ese caso hacer el sacrificio de la propia vida si es necesario. A lo largo de la historia, hasta los líderes más crueles y agresivos han sentido la necesidad de justificar las guerras que han iniciado, han intentado legitimar sus decisiones guerreras. Las teorías de la guerra justa pretenden encontrar un punto de equilibrio entre los pacifistas, que excluyen la guerra de sus postulados para resolver los conflictos, y los realistas que consideran la guerra como consustancial a la naturaleza humana y, por tanto, una manera de resolver los agravios.
El dilema a resolver sería ¿cuándo una causa justifica una respuesta violenta? Aparentemente la respuesta es fácil, sería cuando existe una agresión o la agresión es inminente. Es decir, lo que comúnmente se denomina actuar en defensa propia. Lo cual también tiene sus consideraciones. En primer lugar, caso de confirmar el ataque, comprobar si no había habido provocación previa, porque el agresor también podría argumentar que él ha actuado en defensa propia. Y con la misma lógica cómo demostrar que un ataque es inminente y que merece una respuesta de defensa preventiva. En conflictos históricos siempre se ha aducido actuaciones en defensa propia o preventivos en defensa propia (La invasión de Irak es uno de los ejemplos más inmediatos).
Las amenazas que justificarían una guerra justa podrían ser:
- Objetivas, una amenaza real contrastada o consumada, por ejemplo, la invasión del territorio nacional. Aun así, cabría discusión ya que el invasor podría alegar que ese territorio invadido le pertenecía históricamente o que la mayoría de la población que lo habita es de ascendencia del Estado invasor.
- Subjetiva, o amenaza percibida. Este caso es mucho más difícil de justificar, ya que se tendría que probar que esa amenaza es real. El caso paradigmático reciente es el de la Invasión de Irak en el 2003, cuando la coalición liderada por Estados Unidos alego que Irak disponía de armas de destrucción masiva y colaboraba con la organización terrorista Al Qaeda. Lo que se ha llamado una amenaza construida para justificar intervenciones que obedecían a intereses que nada tenían que ver con las argumentaciones justificativas.
Putin y “los pútines”
Por desgracia, Putin no es una excepción histórica, es simplemente el último organizador de una guerra, el último en considerar que tiene una causa justa para iniciarla. Putin es el producto de un militarismo que no ha desaparecido en el mundo y que se incrementa en los últimos tiempos. Sólo basta recordar los discursos y acciones de determinados grupos sociales, representados a veces por líderes y partidos políticos en los países democráticos, para comprobar la creciente escala en los gastos militares; y el inmenso arsenal de armas de destrucción masiva en posesión de las grandes potencias militares.
Putin es el resultado final de un mundo dividido, de los nacionalismos excluyentes, de las religiosidades fanáticas y de los grandes problemas sociales acentuados por la pandemia del covid 19. Los putines siempre aparecen en la historia, están presentes en las guerras de África y en las de Oriente Medio. Los putines avasallan a otros seres humanos en muchos lugares del planeta como Yemen, Libia, Siria, Irak, Afganistán o Palestina. Los putines han patrocinado dictaduras terribles en Iberoamérica y otros lugares del planeta.
Ahora el gran problema es Ucrania, la invasión de las tropas de Putin es una muestra más de que todavía las teorías de Clausewitz están vigentes para cualquier putin de turno. Hay que estar alerta sobre los putines, están presente, incluso muy cercanos. Hay que estar atentos para que no nos engañen, para que no nos convenzan con sus discursos patrioteros, para no dejarnos llevar por sus emotividades guerreras.
Esta flagrante vulneración de los derechos humanos y la legalidad internacional, que es la invasión de Ucrania, ha de prevenirnos de los putines, que se disfrazan de uno u otro color.
Hay que cambiar la doctrina de Clausewitz, su frase “si quieres la paz, prepárate para la guerra” por otra que diga:
«SI QUIERES LA PAZ, EDÚCATE, EDUCA Y TRABAJA PARA LA PAZ”
Javier Jiménez Olmos
6 de marzo de 2022
[1] Clausewitz, Carl, De la guerra, La esfera de los libros, Madrid, 2014
Estoy totalmente de acuerdo con tu exposición , las «élites » quieren covencernos para salvaguardar sus intereses y sonre todo alimentan el nacionalismo y el patrioterismo rancio.
El HUMANISMO no se tiene en cuenta.
¡¡¡GRACIAS!!!
Sin duda, en perfecto desorden:
Ley Marcial. ¿pero qué es eso? al leer que por esa L.M. han salido mujeres y niños y obligado a sus hombres a meterse en la guerra!!! He apoyado , hace años, a los «objetores» incluso en el tribunal. Sé de qué hablo.
Copio y pego de tu escrito: «los realistas que consideran la guerra como consustancial a la naturaleza humana» Hoy voy a citar a san Pablo, Rom 8. 22-39.»La naturaleza toda entera gime como con dolores de parto a ser renovada».
El negocio: El País 3/03/2022 pag.7…Empresas especializadas en comercialización de imágenes satelitarias….¡¡¡venden a los dos campos!!!! léanlo!!!
carrera de armamentos…Pues claro…resulta que el dinero de la UE para la paz, es lógico que se utilice para todo tipo de armas bélicas!!!!
Añado lo leido esta mañana a Thomas Piketty El País 06/03/2022 p26″Hay que imaginar nuevas medidas que se centren en los multimillonarios que han prosperado con Putin…..sancionar a los oligarcas, no al pueblo
Me han preguntado donde escribo pues en el Blog de javier J.O!!! .pero tambien en «Science et Foi» y en el Blog de los Franc-Maçons.
Así es Javier, parecen verdades de perogrullo, pero cuando hablo con la gente, mucha no lo ve así. Cuando la UE dijo que enviaban armas a Ucrania «se me cayó el alma a los pies» pues eso incrementaría los muertos y el sufrimiento en esta guerra, pero no iba a cambiar mucho su desenlace.
Tanto tiempo y tanto Internet y hemos aprendido tan poco.
Gracias por tus análisis tan buenos y llenos de cordura, y de Paz.
Salu2
Estoy de acuerdo, esta es una sin razón de la que nadie sale vencedor, por el contrario alimenta el odio
y el resentimiento en nuevas generaciones, cuando nuestra misión tendría que ser educarlos para que
el ser humano se respete en sus opiniones y podamos negociar civilizadamente.