Aunque en algunos sistemas políticos tengan más cabida las actitudes despóticas e intolerantes de sus dirigentes, no es exclusivo de estos regímenes los comportamientos dictatoriales de ciertos líderes.images

En las democracias consolidadas, determinadas personas representantes de partidos democráticos, amparándose en los cargos que ocupan y los partidos que los respaldan, así como en sus seguidores incondicionales – el seguidor incondicional suele ser sectario, acrítico y servil- actúan a su antojo sin importarles ni la opinión pública, ni los informes de expertos independientes, ni tan siquiera las votaciones en determinadas instituciones.

Son autosuficientes, arrogantes, displicentes y soberbios. Su verdad es la única e indiscutible, de nada sirve intentar exponerles otros argumentos, no los escuchan o responde a ellos con descalificaciones o insultos.

Siguen en sus cargos, a pesar de su mala educación y a veces incompetencia, porque los llamados aparatos de su partido les dan cobertura, les amparan y les ensalzan. Realizan el trabajo sucio, el del enfrentamiento, el de bronca continua, el de la intolerancia.

Pero deben de ser muy útiles a sus organizaciones, y deben gozar de mucho poder porque, a pesar de su descrédito y de sus desaciertos, continúan ocupando puestos de responsabilidad, y porque, a pesar del desprecio a sus adversarios políticos, incluso, a veces, a sus propios electores permanecen inmutables.

Su concepción de la democracia es una simple reducción: me han votado, por lo tanto tengo derecho a todo. No entienden que la democracia es un juego de respeto diario, algo que se consigue día a día y no por echar una papeleta a una urna una fecha señalada.images (1)

La política en democracia es sobre todo consenso, no un juego de suma cero en el que uno gana todo y el otro nada. El político tiene que ser ante todo negociador y para eso se requiere talante, disposición a escuchar y a comprender, y respeto, mucho respeto a las ideas de los demás.

La imposición es una práctica poco democrática, menos aún si no es refrendada por la mayoría. El desprecio a las opiniones de la ciudadanía es signo de personalidades con escasa convicción democrática.

En las encuestas de valoración los políticos españoles no salen muy bien parados, puede que, entre otras razones, los perciban con deficiencias democráticas. Consideración en la que pagan justos por pecadores, porque la mayoría de las personas dedicadas al servicio público político son honestas y respetuosas.images (2)

Todos tenemos la responsabilidad de no dejar que lleguen a determinados cargos ciertas personas sin la suficiente calidad humana, pero mucho más quienes los conocen directamente en sus partidos u otras organizaciones democráticas, los que a trabajan a diario con ellas. Las personas intolerantes siempre se manifiestan principalmente en sus ambientes más cercanos.

Por eso, sería recomendable un cambio a la hora de presentar candidatos para cargos públicos y exigir, además de honestidad y preparación, respeto a todas las personas, aunque no compartan algunas de sus ideas o proyectos, y mucha capacidad asertiva.

Uno de los factores que influyen en la seguridad ciudadana de un Estado es la valoración de sus dirigentes. Por tanto, desde este punto de vista, hay que prestar mucha atención a la reducción de la crispación, a la que son tan proclives algunos de los líderes con perfiles dictatoriales por sus formas de comunicación y por sus acciones.

Javier Jiménez Olmos

28 de septiembre de 2014

Relacionado se puede leer en este blog LOS BUENOS LÍDERES

Disponible en: http://jjolmos.wordpress.com/2014/04/03/los-buenos-lideres/

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