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La voz del pueblo de Cataluña, ¿qué voz? ¿quién se puede atribuir la voz del pueblo de Cataluña? Parece que esa voz se la auto atribuyen las fuerzas independentistas, que enardecidas por las movilizaciones populares y la respuesta del Estado español se autoproclaman únicos representantes de la voluntad de los catalanes.
A la hora de una posible negociación (todavía nadie sabe sobre qué y con quién) habrá que tener en cuenta los errores cometidos por todos y, por supuesto, las vulneraciones de la legalidad vigente. Si no se parte ese reconocimiento no se podrá hablar de nada.
Los acontecimientos de violencia que se produjeron como consecuencia de la convocatoria y ejecución de un referéndum ilegal, han marcado el debate y han inclinado la tesis de la desproporción de la fuerza de las instituciones estatales a favor de los independentistas. Estos grupos también se han apropiado de las palabras democracia, libertad y derecho a decidir. Y han traspasado todas las acepciones negativas como represión, violencia y vulneración de derechos humanos al Estado.
Para poder resolver un conflicto es necesario que las partes implicadas reconozcan las vulneraciones a la legalidad vigente, como primer paso para su resolución, para después rectificar esos comportamientos ilícitos. El reconocimiento de los errores, pasados y presentes, es fundamental (principalmente para no volver a cometerlos) pero en resolución de conflictos, es de manual no comenzar demonizando a una parte y exculpando a la otra.
Conviene recordar que la historia de este conflicto no comienza con la foto de un policía con “la porra alzada”. Esa foto es la consecuencia de una escalada independentista perfectamente diseñada.
Han pasado del derecho a decidir a la defensa de la democracia contra la represión para buscar aliados y simpatizantes a su causa, que no es otra que la de la independencia. La izquierda también ha caído en la trampa, sin tener en cuenta que no hay nada más insolidario que el nacionalismo excluyente.
Todo el mundo tiene derecho a decidir, incluidos los millares, tal vez millones de catalanes que no quieren decidir nada porque ya están felices con lo que tienen, y que se han visto involucrados en una problema que ellos no han creado. Y los millones de españoles, que temerosos vemos como unos pocos tratan de acabar con un sistema de convivencia en el que todos hemos participado, vivamos o no en Cataluña.
No se puede decir que España es un estado represivo, cuando es reconocido internacionalmente por ser un país donde se pueden disfrutar de las leyes sociales más avanzadas del mundo, un país comprometido con la defensa de los derechos humanos y las leyes internacionales. Una puntual actuación policial (muy discutible y que habrá que analizar sin prejuicios) un día determinado y bajo unas circunstancias muy especiales, no pueden anular una historia democrática, internacionalmente reconocida desde la aprobación de la Constitución de 1978
No se puede alegar que el Estado reprime porque se aplica la ley, se puede discutir la oportunidad de algunas actuaciones policiales, pero no por eso argumentar que el Estado tiene comportamientos autoritarios y represores. La policía en los Estados democráticos siempre actúa por mandamiento de las autoridades legítimas. En el caso de lo sucedido el día 1 de octubre en Barcelona, la policía del Estado actúo por mandamiento judicial, dada la dejación de funciones que habían hecho los responsables designados de la policía autonómica.
Cada uno es libre de analizar esta actuación desde el punto de vista que quiera, pero desde la óptica de la izquierda también se debería pensar en los trabajadores del orden público que no hicieron otra cosa que cumplir las órdenes emanadas de la legalidad vigente.
Las imágenes son siempre impactantes, pero atención que nos pueden desvirtuar toda la realidad. Los que han trabajado en conflictos internacionales y en su resolución saben que, sin restar importancia, las imágenes fotográficas o televisivas, pueden ser manipuladas o constituir solo una parte de la secuencia total.
Hay que comprobar provocaciones anteriores (de violencia verbal o física) contra las fuerzas de orden público, el constante hostigamiento, a veces humillante, por parte de algunos representantes del independentismo hacia las fuerzas de seguridad del Estado. También hay que analizar el lenguaje (¿se han apropiado los independentistas del uso de las palabras?) utilizado por los independentistas cuando una y otra vez repiten que las fuerzas de orden público estatales cargaron contra indefensos manifestantes. No consta tal carga en los colegios electorales, aunque sí el uso de la fuerza (habrá que juzgar si proporcionada) para apartar a los que les impedían cumplir con el mandamiento que la autoridad judicial les había encomendado.
Sí que hubo cargas contra manifestantes que agredieron verbal y físicamente a los agentes de la autoridad o provocaron desordenes callejeros, como sucede en cualquier manifestación en España u otro país democrático de nuestro entorno (les invito a visionar actuaciones de policías franceses, alemanes o británicos, además de algunas de los propios Mossos de Escuadra). Por cierto, habría que criticar y denunciar también a aquellos padres que pusieron en riesgo la integridad de los menores o su utilización y manipulación irresponsable en defensa de una causa que había sido declarada ilegal.
Sí es represión, y esto se olvida constantemente, la que sufren miles de catalanes a diario, temerosos de manifestar en sus lugares de trabajo, en familia o con sus “amistades”, su repulsa a la deriva independentista.
Sí es represión amenazar a jueces y periodistas que no comparte la visión independentista, o descalificar a aquellos profesores que deciden no utilizar sus clases como plataforma para defender los intereses independentistas.
Sí es represión la imposición lingüística o el adoctrinamiento cultural.
Sí es represión obligar a los seguidores de un equipo de fútbol a decantarse sobre una determinada opción política.
Nadie puede coartar la libertad de expresión, axioma compartido por cualquier demócrata y así se cumple generalmente en España. Durante el mismo día 1 de octubre se pudo comprobar que como pudieron hacerlo. Todos pudimos asistir a innumerables debates en los medios de comunicación, donde los representantes independentistas pudieron expresar sus ideas sin recato alguno (algunos de ellos incitando a la violencia contra las fuerzas de seguridad incluso). Hemos asistido a todo tipo de manifestaciones por parte de los dirigentes independentistas sin que nadie les haya puesto impedimento alguno, a pesar de que bastantes eran contrarias a la legalidad vigente.
El Estado que, no lo olvidemos, somos todos los españoles, ha sufrido un ataque sin precedentes (solo comparable con el 23F) con las aprobaciones de una parte del Parlamento catalán de unas leyes que hacen saltar por los aires la Constitución española, que es la ley fundamental que regula nuestra convivencia, para imponer unas normas de acuerdo con los intereses independentistas. ¿No ha sido una acto de magnanimidad democrática, y de libertad, de un Estado consentir esa sesión antidemocrática? (¿Sería imaginable esta anormalidad constitucional Francia, Alemania o Reino Unido?)
No es excusa tampoco para la defensa del independentismo el victimismo del que siempre hacen gala. La represión que dicen haber sufrido durante el franquismo la sufrieron todos los pueblos de España. En cuanto a la olvido e incomprensión, que se los cuenten a los de Teruel, Cuenca o Jaén, por poner algunos ejemplos. Pueden sentir lo que quieran, pero racionalmente no tienen derecho a quejarse más de lo que en otras partes de España lo pudieran hacer.
No son diferentes porque, entre otras razones, muchos de los que ahora son firmes defensores de la independencia forman parte o son herederos directos de los inmigrantes murcianos, aragoneses, extremeños o andaluces que dejaron sus tierras para buscar el pan donde lo había (por cierto favorecido por la dictadura franquista) Y fue la burguesía catalana la que se benefició (a veces explotó) a esos millares de trabajadores.
¿Es democrática una huelga política en la que solo perderán los trabajadores, producirán enfrentamientos dentro de las empresas y perjudicará a la economía de todos los españoles? ¿No es violencia impedir la asistencia a trabajar, a clase o cortar calles y carreteras?
Por estas razones y otras tantas no se puede entender la enconada defensa de la justificación del independentismo por parte de ciertos sectores de la izquierda. Esa parte de la izquierda que prefiere sacar rédito político de la situación, o que visceralmente se entrega a una causa por el sólo hecho de que el Gobierno es de signo contrario a su ideología. Sepan que es el Estado de Derecho, con millones de personas también de izquierdas, lo que está en juego.
Hay muchos motivos para criticar a al Gobierno desde la visión izquierdista, pues adelante, por ejemplo por la situación laboral, por los abusos de bancos, eléctricas, por la corrupción, por no acoger refugiados… construir hospitales y colegios públicos, residencias de ancianos acordes con su capacidad adquisitiva o revisar las pensiones para que esos ancianos puedan vivir con dignidad. Hay tantas razones para reprobar a este u otros gobiernos, pero no pierdan las energías, y seguramente seguidores, por apoyar o ser condescendientes con causas tan insolidarias como las separatistas.
Es importante recordar que el nacionalismo catalán es eminentemente burgués y que históricamente lo ha usado para obtener más privilegios. Es necesario recordar que algunos de sus líderes han sido cómplices en la tremenda corrupción que asola a toda España. ¿Desde una posición de izquierda es compatible la defensa del nacionalismo con la búsqueda de la justicia social?
Esos líderes de la izquierda obsesionados con alcanzar el poder a corto plazo se olvidan de que la estrategia de la izquierda es la búsqueda de la igualdad a través de la solidaridad y la justa redistribución de la riqueza. ¿Es lo que buscan los independentistas? repito, ¿es el nacionalismo la solución a la explotación, la injusticia y la pobreza? Los independentistas también han conseguido que esa parte de la izquierda se olvide de los asuntos que preocupan a millones de personas en España y en el mundo.
Es imprescindible tener en cuenta todos los puntos de vista a la hora de resolver un conflicto y no dejarse llevar por las emociones momentáneas o por los mensajes propagandísticos. En el desafío independentista España y Europa se juegan su futuro. Una locura irracional en la que todos perderemos si no predomina la racionalidad sensata y serena. Y en esa pérdida los que más perjudicados saldrán, como siempre sucede, serán las clases más desfavorecidas (otro asunto a reflexionar).
Es el momento del “Estado social y democrático de Derecho” (artículo 1 de la Constitución de 1978) Por encima de partidismos y sectarismos ideológicos. Es el tiempo de un diálogo para abordar el conflicto catalán pero teniendo en cuenta que
TODOS SOMOS EL PUEBLO CATALÁN
Javier Jiménez Olmos
3 de octubre de 2017
¡Impecable!
SI Rogelio, ¡IMPECABLE! como sabes soy ciudadana del mundo, con tarjeta de identidad. intento ser cristiana e incluso católica (universal). deseo un mundo sin fronteras, NO a la división de nuestro pequeño planeta Tierra dividido por los egos de unos pocos.
Recuerdo, que los jugadores del equipo de football de Barcelona que antes llevaban UNICEF bien grande,
¡¡Ahora llevan unicef muy pequeño, lo han reemplazado por ¡QATAR! ¡QATAR Airways!
Estoy de acuerdo con el artículo de Javier y creo que a estas alturas ya hay que ir un paso más allá. Un paso de realismo moral que toda Europa occidental dio después de la 2ª guerra mundial pero que en España no hemos dado todavía con nuestra pacata actitud ante nuestro totalitarios.
Este paso significa reconocer que las Ideologías Identitarias no son compatibles con un sistema democrático. En otras palabras: va siendo hora de decir las cosas como son cuando se trata del continuo chantaje del nacionalismo identitario.
Simplemente no solo no son demócratas sino que actúan en perfecta sintonía con las prácticas de regímenes totalitarios y se dedican a oprimir a sus «judíos» particulares.
En España llevan haciéndolo 40 años y ya va siendo hora de decírselo y de plantar cara.
El problema que tenemos es que tenemos una parte del territorio en la que no se respetan ni libertades básicas ni derechos ciudadanos. Ni leyes, ni sentencias. Desde hace mucho,. Así ha sido desde el principio. Con FG, con Aznar, con Zapatero y también con Rajoy. Probablemente el menos culpable aunque también lo sea.
Acabamos de verlo estos días.
En Cataluña el Estado de Derecho no existe y los que lo destrozan campan por sus respetos. Grave problema porque si esto lo ve un judío con memoria histórica de Alemania en los años 30 –ojo con las abuelas judías– sabrá que el escenario salvo matices en la forma de violencia es idéntico.
¿Qué es lo que vemos incluso sin mirar? Vemos cosas como estas.
1. Director de Instituto cesado el jueves pasado por pedir que se le entregase por escrito –como es su derecho– una orden que suponía la comisión de un delito. Esto sucedió en el Colegio Alemán de San Sebastián a los pocos días del Golpe de Hitler en el 33. Aquel director Alemán no tenía los apellidos correctos y para colmo era judío y no comulgaba con el Putsch.
2. Una Madre, desde Barcelona explicando en la Radio las lágrimas de su hija de 10 años para que no escribiese «en español» –lengua mayoritaria de los hogares de Cataluña– una nota al colegio para explicar una ausencia de la niña. Piénsenlo despacio porque tiene tela. La niña no quiere que se sepa que es «judía».
3. Un colegio de Gerona que sugiere a los padres de una niña que «solo» habla tres idiomas, uno de ellos el español, que «si van a insistir» en que la niña reciba parte de sus clases en español, como es su derecho, «deberían ir pensando en cambiarla de colegio». Esto sucede al lado de Ampurias así que imaginen el cinismo del Colegio.
Estos casos multiplicados por, literalmente, millones han sucedido durante los últimos treinta y cinco años. Y no hemos querido saber que estaba pasando.
Hoy todavía es mayoritaria la población hispanoparlante que vive sometida a esta violencia y a este abuso institucional.
Pero hay más.
Dentro de la naturaleza del problema resulta que tenemos allí un régimen que replica a principios de Septiembre y muy malamente la Ley Habilitante de 1933 llevada a cabo por el “Nationalsozialistische Deutsche Arbeiter Partei”.
Busquen Ley Habilitante 1933 en la red y verán el perfecto paralelismo. Excepto que Puigdemont y Junqueras lo ejecutan peor que Hitler porque ni se molestan en producir una Ley Habilitante como hizo Adolfo.
Esta misma gente se pone de perfil cuando impulsa una red criminal que vive y espera seguir viviendo del daño colectivo . El líder de Esquerra , Junqueras, se esconde cuando sus tres altos cargos encargados de la ejecución de los planes de sedición son detenidos. Puigdemont, ya conocedor de su miseria rechazada hasta por su propio partido, aspira al martirologio.
Nadie da la cara y, en definitiva,. se esconden tras los escudos humanos de sus propios hijos.
Otros dirigentes llevan años amenazando y vigilando a los disidentes y ni siquiera se reprimen de hacerlo en público. Todos ellos lo han hecho.
Esto es parte del escenario de antes de ayer, de ayer, de hoy y de mañana.
En estas condiciones.
¿Qué debe de hacer un gobernante democrático cuya responsabilidad sea cumplir y hacer cumplir las leyes?
¿Restablecer la virtud?
¿Pactar con los opresores?
¿Hacer como que no vemos que enfrente hay no solo una ideología Totalitaria sino una Organización Criminal?
En definitiva, el problema es si…………
¿Es el nacionalismo compatible con una democracia de ciudadanos libres e iguales?
Me temo que, si nos respondemos honradamente, no lo es.
En resumen. Muchas gracias a Javier por el artículo. Pero ahora ya hay que quitar la careta a los auténticos Fatxas.
No sea que nos pase lo de Chamberlain.
Un cordial saludo.
Muchas gracias por sus comentarios
Mi enhorabuena, me ha parecido un estupendo artículo. La racionalidad es un bien escaso, y cada día más, por desgracia. Así, durante toda la historia de la Humanidad, unos cuantos líderes han apelado a los sentimientos de los pueblos, su ignorancia y su fe para que estos sean los que se maten entre ellos y así obtener lo que quieren. Pues seguimos igual, por desgracia.
Luis, muchas gracias ppor su comentario
Qué clarividencia. Es directo, excelentemente argumentado y con un compromiso con valores humanos y democráticos admirable. Gracias Javier
José Ángel, muchas gracias. Aprovecho la ocasión para felicitarte de nuevo por tu libro «Y llegó la barbarie» (Planeta, 2016), cuya lectura recomiendo a todas las personas interesadas en análisis de conflictos. Es una magnífica sobre el colapso de la antigua Yugoslavia